El sueño

Pirretráctico

Eres tú. No es el tábano mortal
de una luenga senectud. Si me amaste
francamente da lo mismo. El desgaste
es propio de una estría irracional.

Tengo por diana una estela irreal
y no distingo rigor ni contraste.
La vera del requinto que tocaste
me inmersa en una charla incidental.

No eres tú ―me repito atribulado―.
Es la zafia virtud de quien despierta
para inventar pretextos y artificios.

No importan las diatribas ni el pecado
ni la pera herrumbrosa de una puerta.
Eres tú quien demarca mis suplicios.

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