De un hilo de plata tejiste tu arte,
con palabras dulces lograste engañarme.
Promesas pintadas con tonos dorados,
ocultaban abismos en tus falsos legados.
Te miré en la cima, tan noble y sincero,
y en tus ojos creí encontrar lo verdadero.
No vi la tormenta que urdías callado,
ni el filo escondido en tu abrazo pactado.
Tus risas cubrían un manto de espinas,
y tu mano ofrecía caricias mezquinas.
¿Acaso pensaste que el daño sería
la muerte de quien en ti confía?
Cada palabra, un eco vacío,
cada gesto, un lazo que se volvió frío.
Tu traición fue un grito, un rayo certero,
que partió mi fe en mil fragmentos de acero.
Te di lo más puro, sin condición,
y tú sembraste dudas en mi corazón.
Fingiste ser faro en mi tempestad,
cuando en verdad eras sombra, oscuridad.
Caminé por senderos de amarga condena,
buscando respuestas entre tanta pena.
¿Cómo pudo el alma que un día adoré
convertirse en la daga que me desgarré?
Pero el tiempo, eterno, lo cura y revela,
y el filo de tu engaño se torna una vela.
Hoy entiendo que el amor que ofrecí,
fue más grande que el engaño que recibí.
Tu traición no me define, no marca mi ser,
pues en las cenizas aprendí a renacer.
El fuego que quema también purifica,
y mi espíritu ahora se alza, se edifica.
Que la vida te lleve por mares inciertos,
y que tu sombra persiga tus pasos desiertos.
Yo caminaré, libre, sin cadenas ni heridas,
porque al final, la verdad siempre es vida.
- Autor: Daniii (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de enero de 2025 a las 12:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 9
- Usuarios favoritos de este poema: Fabio Robles, EmilianoDR
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