El tren avanza; retroceder no puede,
frenar menos…
Si lo hace, pierde
los segundos más valiosos de cualquier bestia al galope
del mortal imperial…
El humo que desprende
me lleva por pampas en forma
de aros encrucijados…
En primera clase,
me siento un perdedor vestido de terno fino, ordinario.
En la tercera, me siento un ganador,
en son de humildad, libre de malas vistas
y murmullos desclasistas…
La belleza magistral, natural,
por la ventanilla…
Los rieles desembocan rapidez en frenesí de inquietud…
Mas al bajar,
donde dormir no tengo…
Los rieles, mis mejores amigos,
de barrotes malhumorados
y fríos… pero de buen corazón…
que me abrazan hasta cicatrizar
viejas heridas…
Derechos Reservados en Proceso.
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Autor:
Marco Montana (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 25 de enero de 2025 a las 00:09
- Comentario del autor sobre el poema: Estimados poetas, con respeto y cariño, estos versos me hicieron recordar un paseo en tren de mi infancia. Me abandonaron, por "descuido", y quedé dormido en los rieles… menuda anécdota....jajaja Espero que sea de su agrado. Saludos y abrazos.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 68
- Usuarios favoritos de este poema: Tommy Duque, JUSTO ALDÚ, Andrea-R, ElidethAbreu, Lualpri, Dr. Salvador Santoyo Sánchez, Llaneza, Alexandra l, Patricia Aznar Laffont, 🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮, EmilianoDR, JAGC, Martha patricia B, Classman, Pilar Luna, Mael Lorens, Ricardo C
Offline)
Comentarios2
Todas las heridas cicatrizan mientras el tiempo pasa.
Y tu tren posee los rieles de la vida.
Gracias por tu poema.
Muchas gracias por comentar, mi estimada poetiza Patricia. Saludos y abrazos.☺
Un niño abandonado durmiendo en las rieles, más que paseo, me parece una situación preocupante, por lo que pudo haber sucedido.
Vaya descuido.
Que bueno que no hubo nada que lamentar.
Estimado poeta, intentando pensar, bueno, yo lo tomé como una divertida anécdota, alejando el mal momento que viví, más recordando los lugares bellos que recorrí. Esa noche hacía mucho frío, y esos barrotes, aunque malhumorados, tenían corazón y me acobijaron. Incluso un perrito me acompañó, pero ya no lo metí en el poema. y como bien dice, no hubo nada que lamentar. Jejeje, Saludos
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