Parpadeos del Desencanto

Ivette Urroz

 

Llega el parpadeo forastero del tiempo,

pardusco y jocoso, sin manivelas ni jorobas.

Soy testigo de su burbujeo clonado en un destierro negro,

donde la hora diluvia honestidad pareada.

 

Reitero, guardián del tedio fanatizado por la ausencia,

cuando el hambre picajosa marca su alarma, y el radar

se vuelve cancho; las ropas se desvanecen

como carrizos ante alambres que no cuelgan mi dilecto rictus.

 

Prometo silencio en este procesamiento de lo imposible,

donde lo importante se diluye y nada brama con significado;

y sobran los remiendos en corazones rodadores,

en esta forma desmesurada y necia de afirmar que no existo.

 

Diré que el mantel nos dramatiza; el sol odioso se oculta,

absorto, y el sompopo sardónico camina avernos irreversibles,

sintiéndose como señor y dueño de las cosas

entre los rostros añejados de idilios conflictivos del timón

de lo cadente.

 

Soy testigo de este brío intrincado que inexplicable

cubre la sobriedad del tiempo,

en esta ciudad espectro, un soneto tequioso donde la clonación de la rutina

multiplicativa niega cualquier cambio. ¡Oh, vibra brillante el verbo psicótico!

Ivette Mendoza Fajardo

Poesía Experimental y Vanguardista

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