Indecisión

Rosario_Bersabe

 
Nunca se atrevió a declararle su amor, pero un día se envalentonó y se dijo –de hoy no pasa. La vio venir calle abajo y decidido salió a su encuentro. Consuelo nunca había tenido marido, novio ni perrito que le ladrara. Cuando lo vio venir hacia ella se le encendió la cara y los ojos le hicieron chiribitas.
 
El hombre a quién llamaban J. después de mirarla a los ojos se sintió desfallecer. Pero le quedaron fuerzas para correr a los naranjales, de  El Tesorillo, y, allí, debajo de un naranjo se abanicó con su sombrero de paja. Pero un calor sofocante le seguía quemando las entrañas. Aquellos ojos de mujer, negros, profundos, aún los veía en su retina. De pronto se levantó y como un autómata se dirigió al pueblo y terriblemente desesperado llamó a la puerta de Consuelo. Nadie le respondió desde dentro de la casa. Pero una vecina (la de la acera de enfrente), desde su ventana lo llamó. Le dijo que la señora de la casa había ido a comprar (boquerones o camarones o camaleones), porque la había oído mascullar entre dientes algo terminado en ones, “para hacerlos tiritas y freírlos en abundante aceite”.
 
J. se fue directo a la pescadería, y, al no encontrar a Consuelo ni consuelo para su desconsuelo, decidió esperarla a la puerta de su casa. Y allí estuvo esperándola, mucho, mucho tiempo, en realidad “15 minutos”, pero a él le pareció un siglo. Cuando la vio venir calle abajo se le aceleró el pulso y quedó petrificado. Quiso llamarla, pero no le salía la voz de la garganta. Ella pasó por su lado susurrando una canción.
 
“Me cuentan las malas lenguas
que lloras “arrepentío”
que lloras “arrepentío”
paseando por mi puerta
y que triste y “abatío”
pareces un alma en pena.”
 
Consuelo entró decidida a su casa. El hombre se asomó a la ventana de la cocina y vio cómo ella cogía el cuchillo con rabia, y sacaba del cesto de la compra una bolsa (con una especie de bolitas dentro, albóndigas o algo parecido, en la que pudo leer algo terminado en “illas”). Y haciéndolas tiritas las echaba en un humeante aceite de oliva virgen. Nunca, jamás a J. se le había visto tan pálido.
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios3

  • JUSTO ALDÚ

    Se puede hacer una obra de teatro. Me parece muy buena idea.
    Hasta una zarzuela.

  • Alexandra l

    Tremendo susto paso el hombre, mujer decidida, un relato que atrapa de principio a fin, gracias por compartirlo.

    Feliz tarde, noche, Alex.

    • Rosario_Bersabe

      Muchísimas gracias, por venir, Alex.

    • Freddy Kalvo

      ¡Genial! Tienes un guion de película o novela, en serie. Debes darle continuidad para que se conjugue con nuestra imaginación.

      Un abrazo fraterno.

      • Rosario_Bersabe

        Jajaja, lo tendré en cuenta. Gracias por comentar.



      Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.