Es Ella ...

Ravniko Juur Holstain

Es Ella...

 

Es ella, tan silenciosa como el tiempo,

una figura entre sombras que se hace luz

sin pedir permiso,

sin que nadie la llame,

y sin embargo, ahí está,

frágil como el roce de un sueño

y feroz como el viento

que barre con la tarde.

 

Es su nombre un eco,

un canto que se pierde entre las letras,

y cada sílaba se convierte en un río

que recorre mi piel

hasta que todo lo que soy

se vuelve nada más que ella,

como un imán que atrae cada palabra

a un lugar que no sé nombrar.

 

Y así, la musa se posa sin saberlo

sobre mis pensamientos,

y con un gesto apenas,

hace que los versos florezcan

como si nunca hubiera existido

un mundo sin ella.

 

¿Qué hace una mujer para convertirse en poema?

¿Cómo se transforma en lo que habita en mi garganta

y se alza como un sol

en cada punto que toco,

en cada espacio donde sus ojos no están

pero su reflejo sí?

Es un misterio que no importa desentrañar,

pues al escribirla,

la encuentro sin buscarla,

y la pierdo sin quererla soltar.

 

Y es que no se trata de un cuerpo,

ni de un rostro,

sino de esa chispa que arde en el aire

cuando ella sonríe

sin saber que lo hace,

cuando se cruza con el viento

y deja tras de sí

un rastro de palabras

que aún no he tenido tiempo de escribir.

 

Es en sus pasos donde nacen mis versos,

es en su silencio donde encuentran su eco,

es en su risa donde las sílabas

se sueltan como hojas

y vuelven a caer al suelo

formando algo que nunca fue,

pero siempre ha estado allí.

 

Y entonces, al mirarla,

sé que ella no es la causa de mis palabras,

sino su razón,

la única que justifica este temblor

que transforma el aire

en la música de un poema

que sólo ella puede comprender.

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