Contemplando
un hermoso atardecer
sentí muy dentro de mi ser,
al Señor, deseos de agradecer
que mis ojos pudieran ver
sus maravillas por doquier.
Mirando aquel bello paisaje,
pude traer a mi mente
mis más gratos pensamientos,
recuerdos de amores inolvidables
y pude sentir dentro de mi ser
una agradable sensación
de paz y amor.
Aquella tarde
me pregunté una y otra vez,
¿por qué algunos hombres
en Dios no han de creer?
Si la naturaleza es fiel evidencia
de que su existencia es verdadera.
Le rogué que iluminara
el corazón de aquellas almas,
en las tinieblas no se pierdan
la luz en ellas resplandezca.
Fue inevitable no expresarle
lo que mi corazón
sintió aquella tarde,
mientras el sol me sonreía
tras las montañas ocultándose.
Esperé a la luna,
se asomó y me saludó
con una tierna sonrisa.
-
Autor:
Enrique Rodríguez (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 26 de enero de 2025 a las 23:55
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 25
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.