El espejo me muestra el reflejo de la bestia,
el mayor demonio soy yo mismo, y estoy listo
para cortar cada lazo de sangre que me ata
al infierno que no deja de asesinarme.
He visto tu cuerpo abandonado en un rincón
que solo tú y yo conocemos. Esta vez no puedo salvarte:
has elegido morir y alejarte de mí.
Concedo tu deseo. Tu mundo me estuvo matando;
ahora es tiempo de devolver la herida.
Sin señales del exterior, se reportan dos cuerpos
muertos, aún tocando su pecho el uno al otro.
En sus corazones yace una marca: "Hasta luego",
un adiós sellado en un mundo sin sentimiento puro.
Tu mundo es un lugar donde estoy muerto.
El mío es un infierno ardiente al que temes.
Pero no somos tan diferentes: ambos sangramos,
ambos bebemos de la copa de vino amargo.
Aunque para ti siempre fue más fácil decir adiós.
No sientas culpa. Devora mi corazón,
y escupe mis sentimientos en el lago
de las promesas rotas de los enamorados.
Nunca podré odiarte, pero permíteme olvidarte.
Cede tu cabeza; déjame cortar este lazo de sangre
que arrastramos hasta la muerte.
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Autor:
Tephros (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 27 de enero de 2025 a las 00:37
- Categoría: Gótico
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: JUSTO ALDÚ, Ignacia., JAGC
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