Érase una vez, un alma de poeta que buscaba con anhelo, la musa inspiradora que, le hiciera revivir letras mohosas en su olvido, por nostalgia de un amor frustrado.
Entre tantos y tantos retratos, apenas visible por su polvo envolvente, divisó una mágica sonrisa, que contrastaba con la dulzura de tierna y perdida mirada.
Sacudióle con el mejor de sus cuidados, quedando impregnado, en sus sensuales falanges, el mucrioso churre que opacaba aquella imagen. Sus ojos tiernos cual luceros, al sentir su roce. Caricias, que por años, nunca más había sentido.
Por largo tiempo, el afanado poeta, había vivido en un desierto sin oasis, sin hacer correr ríos de tinta... ¡Sus escritos estaban destinados al olvido!
Vislumbró a su musa. Sí... ¡Era ella!
El corazón se lo decía. ¡Y el corazón no miente! Ahora todo comenzaba a tener sentido.
Mirando al fondo de sus pupilas, el bradicárdico corazón comenzó a latir, recobrando fuerzas y desatando oxidadas cadenas de remordimientos y celos.
Decidió entonces, darle vida a la abandonada foto.
De un súbito, colocó la imagen tras un cristal, que acentuaba el brillo que, con magia desmedida, desprendía la luz que cambiaría su vida; vida que, antes de encontrar su musa, no era más que añicos, llenos de humo y alcohol.
Su amor se había convertido en un medio de vagos resentimientos y dudas. Todo el tiempo, en busca de su inspiradora.
Ahora no. El corazón y la razón se inundaron de una llama de amor indescriptible, grande... ¡Muy grande! Tan grande que, su pluma bailaba al compás de dulce melodía y deleitaba las líneas, brotando todo el día.
En la noche, se convertían en dulces canciones que, sin querer componía, para alegrar su guitarra, a quien tanto agradecía. Canciones que lo hacían soñar, sonreír, le otorgaban nueva vida.
Tocando afinadas notas, cerrados sus ojos, acercaba la ilusa imagen que creaba a su fantástica y bella musa inspiradora. Era amor. Sí... ¡Y del bueno! Un amor transparente ccomoel tono de sus notas musicales.
Y así, sin más, de repente, abrió sus ojos, y al frente, la musa personificada, que dulcemente lo miraba y su música escuchaba.
El estruendo del silencio calló la música. Se encendieron las farolas. Sólo el murmullo de la luna, que hablaba sola.
Los sueños y su imaginación se hicieron realidad. Sí. ¡Era ella! ¡Estaba al frente su musa!
¡Tan maravillosamente real!
Sabía que un beso escribiría la mejor historia de su dulce amor.
Se acercó a ella, tierno, suave, acariciando sus mejillas, siempre mirando a sus ojos, hasta sumergirse en pupilas, bañadas de amor. Su alma gritaba sin sonido...
¡Pura magia lo dejaba sin sentido!
Sin brotar palabras del carmín de sus labios, respondió su musa con tierna y suave sonrisa.
¡Con una sonrisa fue suficiente para colorear su amor!
Lento y ondulante, cubría su cabello la espalda, despojada de tónica y azul vuelo. Ante él, la belleza personificada en mujer.
Su mirada y sus labios dulces tan provocativos. Su larga cabellera enmarcaba el alucinante rostro.
Rompió el silencio una voz. Dulce voz que, sin decir nada, escuchaba.
-Ven, mi Amor. Estoy aquí, contigo.
Momento tan sublime, jamás por nadie vivido. Las campanas clamaban fuertes sollozos de placer y felicidad...
¡Se fundieron los cuerpos de tanto anhelo!
La luna enrojecida y exitada, fue a buscar al sol y en un eclipce, reconciliaron su enojo. ¡Qué antojo!
La lechuza llenó de consuelos a un triste polluelo abandonado en la noche. ¡Qué derroche!
La serpiente, como lazo, adornaba el pescuezo del gallo, que con su canto anunciaba la aurora. ¡Qué sonora!
Momento sublime... ¡Momento Celestial! Momento en el que, al fundir sus cuerpos, entregaban el delicioso néctar que los vuelve semidioses, danzando de amor y purificación. Máximo placer de seres que se aman y se entregan desde y con el corazón.
Momento, en el que las almas se hacen eternamente amorosas, cual deleite de su último día.
Así resurgió aquel cantor y poeta que, al encontrarse con su musa, volvió a sonar las cuerdas de su guitarra, para dar vida a sus letras.
La endiosada imagen restaurada, nunca más el polvo olió, y tras crital, el brillo en su mirada quedó.
La alegría dibujada hizo crecer al poeta. ¡Triunfó el poeta! ¡Triunfó la musa!
Dulces notas ahora tienen sentido.
Como ángel de sueño, creció su amor por las letras.
Porque era ella y nadie más. Era ella... ¡Su musa encantada!
Triunfó el poeta cantor
que con sus letras de amor
te atrajo a ti, buen lector
a sumergirte en su sueño,
convirtiéndose en el dueño
de afanado corazón.
¡Con mucho cariño!
¡Saludos desde Cuba!
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Autor:
Poetisa antillana Emitza Santana (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 29 de enero de 2025 a las 18:07
- Comentario del autor sobre el poema: Minicuento de amor, por el que vive el poeta. Escrito en la edad de mi adolescencia. Espero les guste.
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: Josué Gutiérrez Jaldin, Lualpri, Poesía Herética, Alfredo Daniel Lopez, EmilianoDR, nachosol, Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios1
Triunfó el poeta cantor
que con sus letras de amor
te atrajo a ti, buen lector
a sumergirte en su sueño,
convirtiéndose en el dueño
de afanado corazón.
Así fue, querida Poeta...
Una atracción fatal!
Gracias por compartirlo.
Ten un bello día!
Gracias a ti, por la paciencia de leerlo. Un abrazo grande, amigo mío. 🌺
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