Besos de palomas, a picotazos

Nos detenemos del recorrido para ir por nuestro callejón,

Como un escape, un pasaje divino o un versículo bíblico,

Nos sentamos en la banqueta de lado a lado,

Con distancia nos miramos,

Respetamos al público unos segundos,

Para luego caer en la tentación de besarnos,

Perdiendo la cordura, el sentido común, lo que nos hace adultos,

Me acurruco en tu cuerpo buscando ese calor que necesito,

Eres grande, tu torso me cubre por completo,

Y puedo sentarme en tus rodillas, no te molesta mi peso,

Hablamos de todo lo que importa, la tarea, el trabajo,

Muchos chistes malos, y paramos de reír solo al abrazarnos,

¿Qué somos?, pregunte, clavándome un cuchillo en las tripas,

Te miré, me miraste, dije que: ¿Qué soy?,

No me sentía confundida, pero debo confesar que en el anterior atardecer,

Cuando me reí a carcajadas entre tus brazos,

Casi se me escapa un te amo,

Lo aprisione entre mis labios, pero mis ojos lo delataron,

Y cuando me miraste, me sentí correspondida,

No hubo una respuesta, que yo recuerde,

Y eso que mi memoria es terriblemente amarga,

Nunca me saca de aprietos y solo me abre las llagas,

Entonces, como acto de locura, porque mencionaste lo loca que estoy,

Te pregunte con el corazón en las manos,

¿si yo fuera un gusano, tu serias mi manzana?,

Y cuando no paraste de carcajear,

Le robe a Dios un segundo para contemplarte,

Y entendí, que esperaría mi propuesta el tiempo necesario,

Porque volvería a ese lugar una y mil veces,

Solo para estar contigo apreciando tus hermosos ojos verdes,

Y esperar que tu risa estrepitosa rompa el eco silencioso de toda la cuadra.