El último telón se cae con desgarro,
pero tu voz no calla en los rincones:
queda el humo de un bar, versos ladrones,
y un Madrid que te nombra su vocero.
Tu adiós es un billete de tranvía
que nunca llega a partir de la estación;
tus letras son nuestro pan de cada día
donde hasta el tiempo se bebe su agonía.
Y No hay final para tu contradicción:
Sabina no se va, se multiplica.
Pongamos que hablo de tus noches largas,
de ese piano que llora en los portales,
de diecinueve días y, quinientas madrugadas
donde el amor es canalla y cicatriz.
Tus tangos sin remedio, tus verdades
que huelen a tabaco y a desorden,
son faroles que alumbran cada esquina
donde el alma se pierde y se rehace.
Aunque no cantes más ya en los bodegones,
tu eco vive en la lluvia y su canción.
Te quedas en la risa de los lobos y los peces,
en el vino que quema las heridas,
en el mapa de ausencias compartidas
y en la sombra de un taxi sin retorno.
Tu adiós es un engaño de maleta:
nos dejas sin partida, solo versos.
Porque el arte no muere en los entierros,
sino que crece en grietas y ventanas.
Sabina: tu silencio tiene acordes
que nunca se borraron del asfalto.
Las diez golpean en el reloj del barrio
Y tu canción enciende cada noche
Contigo aunque no estés sigue el derroche
De versos que se enredan sin estragos
Tu voz ya es un recuerdo hecho girones
Donde el vino y el rock dejan su marca
Hasta el polvo de aquí lleva tu nombre
Como gotas de neblina, de whisky y de resaca
Sabina. hoy este adiós lleva tu sello extraño
Como grafitis de tu alma en las persianas.
Cusco 30.01.2025
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Autor:
Marcos (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 31 de enero de 2025 a las 10:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 19
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, Mauro Enrique Lopez Z., Pilar Luna
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