Déjale dormir en mi verde silencio,
Déjale volar, que lo que busca es un sueño.
Déjale la fragilidad de los almendros y el suave aroma de jazmín.
Déjale que se pierda en el laberinto emplumado de un poema.
Déjale que entre las rimas encuentre cálido abrigo
y que el viento reparta en borrasca tosca las perlas que la nostalgia exalta.
Que entre sus venas sean visible mis versos y se tinten los labios de rojos besos.
Ayer estuve en aquella calle, antes poblada de moreros blancos, antes habitada por tu ruido de ave,
antes alegre y soleada, antes de ti habitada.
Ayer estuve y no estabas…y
Detrás de las verjas más allá del viejo jardín
un rayo de luz buscaba la página blanca, el morero negro y el blanco jazmín.
Todo era ahora espejismo del fuego,
un minuto o un siglo daba igual,
la calle sin moras, los jazmines sin jardín, la llave no tiene puerta, la puerta no marca un fin,
el almendro no responde, ni hay verde jardín.
Déjale que duerma entre mis libros, alas amarillas teñidas de abril.
Déjale dormir en el silencio de las flores, en los árboles, en la tinta y en el transparente papel.
Déjale que se despierte en el abandono de una estrella,
en mis sueños y en la almohada que fecunda todo poema.
P SABAG
- Autor: pasaba ( Offline)
- Publicado: 1 de febrero de 2025 a las 03:32
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
- Usuarios favoritos de este poema: Jaime Alberto Garzón
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