El arte de reconstruir relaciones fracturadas

Laura Meyer

Reconstruir una relación que está fracturada es un viaje que se extiende mucho más allá del simple acto de perdón. Es un proceso que requiere no solo la voluntad de sanar las heridas, sino el coraje de desaprender hábitos arraigados.

Cuando una relación se fractura, a menudo hay una creencia subyacente de que el daño es permanente. Esta creencia se basa en la idea de que una vez algo se rompe, especialmente una conexión entre personas nunca puede volver a ser lo que era.

El dolor, la decepción, los malentendidos y los años de distancia pueden nublar cualquier esperanza de reparación. Cuando hemos sido heridos, aprendemos a protegernos y lo hacemos construyendo muros alrededor de nuestro corazón y nos convencemos de que es mejor mantener a las personas distantes del mismo. Estos muros se vuelven tan cómodos, que ya no sabemos cómo vivir sin ellos, ya que sentimos que nos protegen del miedo a un daño adicional, sin embargo, también nos limitan de la posibilidad de sanar. 

Lo que a menudo se pasa por alto es que esos muros, aunque protectores, también nos encierran en el mismo dolor que intentamos escapar, cuanto más tiempo nos aferramos a estas defensas, más difícil se vuelve imaginar un mundo sin ellas, debido a que nos convertimos en prisioneros, no del dolor del pasado, sino del miedo a enfrentarlo.

El dolor que no es abordado en una generación lastimosamente se propaga a la siguiente, y aunque creamos que nos liberamos de patrones antiguos, nos encontramos repitiéndolos. Sin embargo, este legado de división puede ser roto cuando decidimos enfrentar el pasado, no para culpar, sino para transformar el dolor en algo constructivo y así crear un nuevo legado de amor, compasión y paz, que permita dar ejemplo a las futuras generaciones de que el perdón y la sanación sí es posible.

Reconstruir una relación fracturada requiere entender que la sanación no es un camino recto, todo lo contrario, la sanación es un camino impredecible y lleno de recaídas. No se trata solo de "superar" o "dejar ir" el dolor, se trata de aprender a vivir con las cicatrices, aceptando que el pasado, por más doloroso que sea, es parte de quienes somos, y no puede ser borrado.

Laura Meyer

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios1

  • JUSTO ALDÚ

    Todo depende de qué tipo de relación tuvimos y porqué se rompió. Nuestra balanza de valores juega un papel importante,
    Por qué? Porque si no le damos preponderancia al respeto dentro de una familia y reconstruimos una relación que se vio interrumpida precisamente por esa causa, el único ejemplo que estamos legando a nuestras futuras generaciones (hijos) es que eso es lo correcto cuando no lo es.
    Por mas que se quiera una pareja en un momento determinado jamás se debe permitir el maltrato intrafamiliar, eso afecta la relación parental y los que sufren son los hijos. Entonces, aunque duela es mejor separarse. A veces, la mujer no lo hace por su dependencia económica y hasta psicológica (si me dejas, te mato). Por eso existen centros de ayuda y casas hogares. Los hijos menores deben entonces ser referidos para un albergue y tratados por sicólogos porque hay secuelas.
    Si uno dejó de amar a su pareja, debe separarse de ella antes de seguir con una relación enfermiza que no trae nada bueno.
    Si encuentras a tu pareja en la cama con otra persona no lo vas a olvidar nunca. Eso es una estaca en el corazón. Mejor es separarse..

    Muy buen tema. La felicito
    Saludos.

    • Laura Meyer

      Reconstruir no siempre significa volver a como eran las cosas, sino encontrar paz con lo que fue y con lo que queda. Sanar no es justificar lo que pasó ni aferrarse al dolor, sino aprender a soltarlo para no arrastrarlo ni heredarlo a las futuras generaciones. Cuando no sanamos, el rencor y el odio se convierten en una carga que no solo nos afecta a nosotros, sino también a quienes nos siguen. Sin darnos cuenta, transmitimos resentimientos y heridas no resueltas, perpetuando un ciclo de dolor. Por eso, sanar no es solo un acto personal, sino también un legado para quienes nos siguen.

      Esto aplica a cualquier vínculo que haya sido fracturado, ya sea entre padres e hijos, parejas, hermanos, amistades o cualquier lazo significativo. El perdón se convierte en un ejemplo poderoso, porque no se trata de justificar lo sucedido, sino de liberarnos del peso del dolor y el odio. Cada historia es única, y en algunos casos, la distancia es necesaria, pero incluso ahí, el perdón y la sanación siguen siendo caminos posibles y valiosos.

      Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer mi reflexión y compartir tu perspectiva. Saludos

      • JUSTO ALDÚ

        Me he casado tres veces y no guardo ningún rencor ni odio. Eso si, no estoy dispuesto a regresar bajo ningún concepto ni condición. No soy de los que dicen "quémame pero no me dejes" y tampoco soy de aquellos que piensan en el suicidio o "voy a joder" por lo que me hizo. No. Parejas hay muchas, cambio y fuera. Sigo mi vida. Si una persona se reprime ante hechos traumáticos como una separación, lo más probable es que haga lo mismo en su vida. Necesita ayuda. Inteligencia Interpersonal. Poco o ningún manejo de sus emociones. Tiende a la depresión.
        Perdón no lo contemplo. La disculpa si. Cada uno es responsable de su vida y de su muerte.
        Ni justifico ni me aferro al dolor. Lo saco y luego olvido. Eso si, constituye un aprendizaje, una experiencia.

        Tu reflexión es buena, pero tal como dices, cada historia es única.
        Que pases un buen domingo. Saludos

        • Laura Meyer

          Gracias, igualmente



        Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.