Oscuras son las aguas, sombra del alma,
del niño que busca la luz en la calma.
En hondas profundas, el llanto se ahoga,
y el frío silencio su pecho sofoca.
Caen sus lágrimas, bellas de cristal,
rozando su piel con tristeza letal.
Pétalos mustios le cubren la frente,
dolor mancillado que nunca se siente.
Turbias y hondas, las aguas recorren
los viejos pasadizos que el alma socorren.
Con ojos de pena, a la noche contempla,
y el fúnebre manto su vida destempla.
En brazos del agua, refugio ha hallado,
pues roto está el pecho, el alma, el pasado.
Bajo la luna de pálida esencia,
eco es su grito, herida su ausencia.
Porque el agua toma y nunca devuelve,
arrastra y consume, jamás se conmueve.
En su abrazo frío, silente y callado,
se lleva consigo su último bocado.
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Autor:
Ezra Dorian (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 3 de febrero de 2025 a las 17:57
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: ElidethAbreu, alicia perez hernandez, Mauro Enrique Lopez Z.
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