Me retiro a mi soledad eterna.
Enciendo esta noche una linterna
entre el frío que por esta ventana
entra a borbotones, como mi alma
en la muerta materia desvencijada
haciéndola jirones de blanca niebla.
Me retiro a mi soledad eterna,
aunque nunca daré por perdida
aqueya estreya que briya a oriyas
de mi vida, entre marea y arena...
Me voy volando al alba al despertar
a esta realidad tan extraña,
que se sueña, es la verdad...
Me voy flotando en una ola enfática,
a toda velocidad, cortando las aguas,
y la gran distancia que nos separa igual.
Rai está sentado sobre el tejado, con los ojos cerrados y la mente en espera de una señal. Empieza a sentir gotas de agua helada caer en la piel de su nuca, y lágrimas de su alma desengañada desprendiéndose y creando un caudaloso flujo de emociones diversas. Piensa que está roto, y piensa en su Ginebra. Genio ebrio en espera de una señal, de una esperanza, de un rayo de Luna que reanime la flor marchita que alberga dentro de su agitado pecho. Respira de nuevo el aire gélido vaciándose de esos pensamientos obsoletos. Abre los ojos y, de nuevo, se topa consigo mismo
De nuevo encarna al rey Arturo, el cual se haya inmerso en sí mismo. A un lado del trono la garrafa de ginebra, y al otro la espada envainada.
Arturo, de un modo absurdamente melancólico, recuerda ahora el aspecto de Ela. Su extraña indumentaria y su forma de caminar sin despegar la mirada de la nada. Se dice a sí mismo que eya es Morgana, la traidora maga que tiene atrapado a Merlín en su red de sensualidad, impura lujuria que lo carcome noche a noche. Día a día el reino se va desmoronando, y la hiedra venenosa trepa por las siete torres con implacable presteza.
Yama al bufón para saciar su sed de emociones. Un caudaloso flujo cae anegando el salón del palacio. Los metamórficos reflejos de los azulejos rojos y negros bailan en el líquido intangible.
Un hombre psíquico o demiurgo aparece de un chispazo. Es el genio ebrio, es Rai, y está ante Arturo, pero en un estado de sueño muy profundo. Confuso instante cuando siente que se desdobla su ser y se manifiesta ante su propia mirada atónita, aunque un electrizante escalofrío da vueltas por su médula, de arriba a abajo, de abajo a arriba y así sucesivamente. Y vuelven las piezas a encajar en un orden distinto: es Ela quien entra, eya es el bufón del rey, supuestamente, porque todavía quedan algunos cabos por atar. Por ejemplo: el dichoso loro, que nadie ha visto venir a vigilar desde la cristalina lámpara elevada en la bóveda tenebrosa.
Arturo oye la voz de Rai recitando unos versos que le hacen entrever el gran misterio de la creación y de la manifestación del uno en cada conjunto numérico:
"y alrededor
todo son espejos emitiendo
esplendor desde el pájaro
o dios entre un árbol negro"
Es una antigua historia, de la que apenas quedó registro escrito en páginas roídas por el lodo del olvido. Hablo de la historia que vengo narrando de un tiempo hasta el momento actual, de la emponzoñada historia de una dinastía real declinada, burda falacia que brinda la acidez del hidromiel en mi garganta de piedra. Oh yo, golem contemplativo, inconmovible y sin memoria si no olvido por los siglos de los siglos.
Yo es la brida que auna los mundos en una singularidad de espejismo, en mitad del desierto del alma, con los zapatos rotos y yenos de arena y jadeando como una fiera hambrienta bajo un Sol macrocósmico. Es la cárcel de piedra, el corazón entre cadenas, pero todavía una rosa resuena en esta vastedad desolada, clarea el alba el ocre del hierro que rodea mi encierro terminal. Busco una semejanza en el vuelo de un ave que jamás ha existido sino dentro de mi imaginación desbocada, leo el rastro de un poema o de un instante inmemorial en el tañido de una campana, en el ladrido de un perro tras el muro, en una conversación entre dos que son el mismo, en el caudaloso flujo que cae como por embrujo de la techumbre, inundando mi parco habitáculo, cubriendo de sueños los azulejos rojos y negros, desteyos de clarividencia revelando caracteres en la pared desgastada, un lenguaje indescifrable para mí que lo he escrito antes de echarme a dormir otro siglo infinito
-Creo que el último párrafo es absolutamente sobrante, pero no debo mutilar mi obra a no ser que quiera sufrir demasiado.
-A mí me ha gustado. Aunque me cuesta entender, no le encuentro sentido a la narración completa, lo siento más bien como una colección de fragmentos.
-Ahora que has visto tantos fragmentos de mi alma, de mi mente, de mi ser, de lo que sea que sea eso que tengo dentro y que me desborda por la frente, ahora has de decirme quién soy yo en la historia, quién crees que es el personaje que he encarnado en aquel remoto mundo ilusorio antes de venir aquí?
-Qué pregunta más loca. Qué dices Rai?
-No me toquen que electrocuto! -dijo el loro, y los enamorados se carcajearon como pájaros macabros antes de, por segunda primera vez, besarse sus seis labios
-
Autor:
Romey (
Offline)
- Publicado: 5 de febrero de 2025 a las 05:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR
Comentarios1
Romey, gracias por tu prosa.
Saludos.
Gracias por tu visita, lectura y comentario
Un placer
Saludos
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