Complejidades

Me carcome la ansiedad.

Me desgasta a veces la esperanza,

y otras veces lo opuesto, la desesperanza.

Me seduce, pero a la vez me hace doler los anhelos.

Me pierdo en los soles de la vida.

En ocasiones siento que hay más oscuridad

y complejidades que certezas.

Hay más que abrazar, pero menos a quién darle cariño.

Me encuentro con pasiones como esta,

pero a veces me siento un inútil o un bueno para nada;

es que hay tantas exigencias, personales y externas,

que terminan gradualmente degradando nuestro sentir,

nuestros deseos y nuestra manera de amar las cosas o a alguien.

La ansiedad nuevamente viene a mi mente;

no sé qué hacer con ella,

no sé si tenerla de compañía o dejar las cosas fluir.

A veces sé que todo tiene que fluir como la corriente.

Hay más tristezas en las que, en momentos, siento percibir.

Amo mi personalidad con la que fui entregado,

pero no me gusta mi complejidad.

No me caen los llantos innecesarios.

No me gusta tener prisa, pero a la vez no estar apurado.

Toda introspección, dudas, esperanzas, ansiedades,

tardanzas apresuradas, anhelos,

confusiones, lágrimas, responsabilidades,

deseos, recuerdos de lo sencillo, olvidos de lo querido,

lentitud en el accionar, compañía que se quiere encontrar;

todo ello es lo que nos puede pasar por nuestra cabeza y nuestro ser,

puede sucederle a cualquiera,

cada uno en sus distintos y propios momentos en la vida,

como si fuese una fila armada por el azar.

No hay nada más que relajarse y esperar;

hacer, percibir, pedir ayuda, orientarse y mejorar.

Recordar que otros pueden estar igual,

y siempre uno tiene que avanzar

hasta llegar a lo que siempre quiso

y continuar y mantener lo que se tiene y lo que se obtiene.