No todos mis escritos son poemas, y no todos mis poemas están registrados. (safeCreative) Por lo tanto, son regalos de mi alma para ti. Úsalos y medítalos sabiamente. Black Lyon
"El abuso y el dolor pueden crear verdaderos demonios llenos de sed de venganza; no todos siguen el camino virtuoso de la resiliencia, hay quienes prefieren ver cumplido el sortilegio actuando por sus propias manos aunque eso signifique su propia condenación".
Black Lyon.
Al niño lastimado se le cubrieron con alcohol sus heridas, pronto el dolor se convirtió en odio; conforme se hizo fuerte, comenzó a tomar venganza en contra de todos, incluso con él mismo. El terror que vieron sus ojos se convirtió en la impronta que emanaban los mismos: no había nada más importante para él que su propio beneficio y deseo de poder, pues cuando alguien es amedrentado y humillado, y de repente la suerte parece sonreírle, por lo general es aprovechado para convertirse en aquello que tanto odió: la víctima se convirtió en victimario.
Del veneno etílico nació y se fortaleció Narciso y la megalomanía fue su consejera.
Las entelequias; vagas y vanas vanaglorias coreaban su enajenada razón,
en su alma lastimada, tierra fértil para la venganza, él sembró la semilla del rencor,
para desgracia de su familia, aquel niño dulce e inocente desapareció.
La semilla dio frutos y él abrazó la obscuridad,
pues ella se mostró maternal y se sintió acogido por su manto taciturno.
Hizo de la soledad su compañera; lloró con ellas y a la luna exclamó:
¡Yo no tengo familia, estoy solo y nadie me ayudó!
El odio absorbió su alma y comenzó a fingir amor.
Atrajo a seres con labia que en el fondo odiaba,
lo único que deseaba con ahínco era su beneficio,
Profería frases tiernas para cumplir con su ambición.
El niño se convirtió en un monstruo,
el monstruo agredió a sus seres queridos,
sus seres queridos le odiaron y le temieron
y él amó sentirse fuerte al verlos sometidos.
Su lengua se convirtió de hierro,
se hizo bífida; hablaba de amor, perdón y arrepentimiento,
pero inoculaba culpa, dudas y temor,
pronto hizo de esto su principal ocupación.
Y es que la psicología de cada persona es distinta:
habemos quienes luchamos por brillar como estrella en el portento nocturno,
pero hay otros seres que no tienen la capacidad de enfrentar el temor,
transformando aquello en venganza: una locura y completa destrucción.
¿Cómo acaricias una planta rodeada de espinas sin lastimarte?
Por más que quieras consolar a la flor rodeada de maleza y cardos
ella misma se defiende de ese amor sin saber ya lo que es amor.
No obstante, hay otras formas de amar a la distancia…
Cántico y súplica desde el Infierno:
Lancé palabras de amor y cayeron al vórtice,
abracé las espinas; escuché su dolor y sentí su infierno.
Cerré los ojos y abracé al monstruo;
y el monstruo lloró en mi hombro.
En el fondo vi a mi hermano encerrado,
clamaba mi nombre y sacaba su manita por las rejas;
yo corría a auxiliarlo y a querer sacarlo de esa prisión.
Luché con fuerza pero mis manos también eran las de un niño;
sentí como sangraba mi alma y como se desgarraba mi corazón,
Pero no pude sacarlo de esa cárcel tan férrea.
Yo grité: ¡hermano, hermanito mío; mi niño, mi mejor amigo!
¡Te me estás muriendo y no puedo salvarte!
Se me va la noche, la energía y la vida por querer librarte de ti mismo.
Nunca me había tocado algo así. Te escucho pero no te veo,
te veo y no te reconozco.
Por la noches tu llanto me levanta, abro mis ojos y te busco:
aquellos momentos en donde jugamos con nuestros dinosaurios son ahora distantes;
las risas de nuestras travesuras y aventuras se desvanecen y se convierten en un eco horrido
un eco que lastima como navaja a mi memoria y mi corazón.
¡Hermano, perdóname! Te me mueres y no puedo salvarte,
te me condenas y no puedo auxiliarte;
te me vas y no puedo liberarte.
He bajado al Infierno por ti,
y por Dios que en este lugar estoy encontrando mi propia suerte.
La luz y el brillo de mis ojos se apaga, la enfermedad me consume y la edad no perdona;
mis propios recuerdos me atormentan
y siento que el demonio reclama mi alma.
Los tesoros de la niñez se desvanecen,
pero al mismo tiempo son como esas velitas que te dan ilusión en Navidad.
Solo puedo sentarme a un lado de tu cárcel viendo la forma de liberarte y liberarme,
solo veo puedo ver como sufres tratando de ayudarte.
Yo estoy siendo preso de tu dolor y me siento culpable,
porque parte de tu infierno es culpa mía,
tal vez por eso estamos expiando juntos esto.
¿En qué momento pasó?
Tus demonios son como fuego que traspasan mi cuerpo y me queman por dentro,
daría todo, TOOODO por verte una vez más; por verte sonreír; por verte soñar.
¿Recuerdas cuando pasábamos horas platicando cuándo éramos niños?
Siempre fuiste el más listo, siempre te admiré en secreto;
admiré tu valor para adentrarte y aventurarte,
siempre me enseñaste a no tener miedo,
pero hoy tengo miedo de perderte más.
Tengo miedo de perderte por siempre.
En mí brilla la esperanza,
pero tal vez solo prolongo lo irremediable,
me queda entonces la fe,
la fe de que Dios te saque de aquí.
Yo haré lo que pueda,
pero solo Dios podrá tocar este corazón;
quiero que sepas, hermano, que hoy le entrego todo mi dolor, amargura, tristezas;
insomnios, hambres y humillaciones a Dios por tu salvación.
Porque si tú mueres primero y yo después,
sino te veo en el Paraíso -o el Purgatorio-, para mí será un Infierno.
Suspiro y dejo en manos de Dios todas nuestras batallas,
porque tan solo soy otra alma con sus propios demonios,
un alma que va en un camino buscando la salvación.
Yo te perdono, hermano; ojalá me perdones tú a mí.
No sé si cada día estoy viviendo o muriendo, pero entre que vivo y muero yo existo,
y mientras exista quiero ser feliz.
La vida es un pestañear, tal vez mañana, primero Dios, podamos abrazarnos y reír cerca del Creador.
Te amo, hermano.
BlackLyon.
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Autor:
Sir. Black Lyon (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 8 de febrero de 2025 a las 16:22
- Categoría: Perdón
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: ElidethAbreu, EmilianoDR
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