Tan lento se percibe el pasar del reloj.
Antes del encuentro, ese tic-tac imparable,
el afán de un momento tierno y conmensurable.
Con sus manecillas nos castiga, poco a poco;
con la noción del tiempo nos agobia,
del finito tiempo que roba pausas y latidos.
La lógica se escabulle y vaga por una calle sola,
silente y pensativa, como quien no quiere la cosa.
Yo, en ráfagas de éxtasis, te espero.
Ansío poseerte y que me poseas.
La dulce angustia de nuestro encuentro,
porque es, en ese nuestro íntimo momento,
que descubro que nadie gana, nadie pierde.
A ti te apetece, por ratos,
darme unos besos largos, seguidos de más besos
que se acortan y escapan sigilosos.
Chocan tus labios con mis senderos y atavíos,
y yo callo, perpleja, ante la agonía de recibirlos.
Luego, del cansancio y la explosión arrebatada,
quedamos aturdidos, en silencio y complicidad.
Solo queda el miedo al final, atormentándome en secreto,
la duda taciturna que me deja cada entrega.
Y es que, después de cada encuentro,
yo te pierdo más y más,
amándote contra todo.
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Autor:
Aleranra (
Offline)
- Publicado: 8 de febrero de 2025 a las 18:06
- Categoría: Amor
- Lecturas: 47
- Usuarios favoritos de este poema: nachosol, WandaAngel, ElidethAbreu, Josué Gutiérrez Jaldin, EmilianoDR, El Hombre de la Rosa, alicia perez hernandez, Pilar Luna, Sierdi, Ricardo C., Poesía Herética
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