LA INSENSATES D ELA PRIMAVERA

Que insensata es la primavera. Esperar cada mañana que aparezca en mi jardín,

Con su bello canturrear de aves. Después de cuatro meses y lo que me trae es un amanecer gélido. Como un beso sin amor, quemando mis flores y esperanzas esperadas, agobiando mi espera desesperada, obsesionado por lo que sale de ella y se manifiesta en mi jardín.

Por fortuna en mi jardín, también tengo cactus, que lo mismo resisten aguaceros cono candentes días soleados del desierto. Son un poco como mis letras; a veces parece acercarse a orillas salvadoras, recibe bellos comentarios, gustan del desespero de la amada, transforma las indiferencias y siempre está pendiente de cuidar lo descuidado.

Claro que no es obsesión por el desencuentro ni el olvido como Vallejo, que dejo morirse en su heraldo, buscando un beso que conciliara la primavera con el invierno, escogiendo como hoy jueves un día lluvioso en París, para recibir el llanto de Dios y murió de esperar, desesperado Ese amor que lo llevo al abismo, que le falto primavera y le sobro agobio.

Que maniquea es la vida con sus dos principios de blanco y negro, frio y calor, paradoja y sensates, Vida, muerte, desierto y mar. Amor y decepción. Distancia y cercanía. A veces si y otras no. Acuerdo y desacuerdo. Llanto y lealtad. Engaño y desengaño. Son variadas las sorpresas que da el corazón desatado, cuando corre desbocado al abismo con raras letras.

La insensates de esta primavera, parece una continuidad de la obra de Benedetti, con esa letra rota, del alfabeto de este día. Y aquí estoy como gato desenredando la madeja de estambre y buscando la lógica en la boca del laberinto, para desatar el lazo de desamor que encierra el deseo contario al amor que siente y escribe a diario, de sí misma y de mi.

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO