Eterna en mi alma

Te vi en el alba, en su luz delicada,

como un sueño tallado en la brisa dorada.

Eras el eco de risas lejanas,

el sol que despierta las flores tempranas.

Tu voz era un canto, un dulce murmullo,

como olas danzando en un claro arrullo.

Y en cada latido de mi corazón,

florecía tu nombre en mi inspiración.

Eras la lluvia sobre tierra sedienta,

la brisa que juega, la luna que alienta.

Tu risa, un faro en la densa tormenta,

tu alma, el refugio que nunca se ausenta.

Las horas se fueron en un susurro callado,

dejando en mi pecho tu huella y legado.

El tiempo, un ladrón de instantes y días,

pero no de versos ni melodías.

Si el mundo cambiara su rumbo y sendero,

si el cielo en cenizas cubriera el suelo,

aun en las sombras, en medio del frío,

tus huellas seguirían marcando el camino.

Porque eres eterna, mi dulce poesía,

la luz que no muere, la luna encendida.

No hay olvido que borre tu huella sagrada,

pues vives en mí… en mi alma grabada.