Huyes, cual liebre blanca y pavorosa,
de mí, de mi nostalgia y mi delirio.
Huyes de mi amor y es este martirio
el que ensombrece mi alma candorosa.
Te alejas en la tarde penumbrosa
en que el sol ya no besa el mustio lirio;
y yo detrás solo le pido a Sirio
que me guíe hacia tu alma temerosa.
¡Detente, corazón ensombrecido!
Detente y deja, libre, que se escape;
detente y deja que el dolor te atrape.
Porque habrá un día en que el sol no se tape
por el dedo del tiempo adolorido...
¡De nuevo estarás al amor rendido!
de mí, de mi nostalgia y mi delirio.
Huyes de mi amor y es este martirio
el que ensombrece mi alma candorosa.
Te alejas en la tarde penumbrosa
en que el sol ya no besa el mustio lirio;
y yo detrás solo le pido a Sirio
que me guíe hacia tu alma temerosa.
¡Detente, corazón ensombrecido!
Detente y deja, libre, que se escape;
detente y deja que el dolor te atrape.
Porque habrá un día en que el sol no se tape
por el dedo del tiempo adolorido...
¡De nuevo estarás al amor rendido!
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Autor:
Joel F. (
Offline)
- Publicado: 10 de febrero de 2025 a las 17:47
- Categoría: Amor
- Lecturas: 17
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
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