Sus besos son cura… y también son veneno,
un delirio febril, un abismo sin freno.
Son fuego y ceniza, son la dulce tortura,
un castigo divino, la más bella locura.
Sus labios despiertan la fiebre en mi piel,
como el vino que embriaga y destruye a la vez.
Son un eco de llamas en mi boca sedienta,
una herida infinita… que jamás cicatriza.
En pequeñas caricias me envenenan el alma,
son ráfagas tibias… y a la vez son espada.
En su roce hay un pacto de pasión y condena,
y en su ausencia… un invierno de sombras eternas.
También saben a canela y a un dulce verano,
a un alba sin prisa en un sueño lejano.
Florecen jardines donde su aliento roza,
pero mueren mis días… cuando él se despoja.
Porque sus besos matan… y a la vez dan la vida,
son un cielo imposible… y mi herida escondida.
Los ansío, los temo, los busco, los pierdo…
y al final, sólo dejan… mi corazón en destierro.
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Autor:
Juan de Marco (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 12 de febrero de 2025 a las 19:24
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 20
- Usuarios favoritos de este poema: Jaime Alberto Garzón, alicia perez hernandez, EmilianoDR, Ricardo Castillo.
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