Se repliega la tarde en las montañas doradas,
es la hora del crepúsculo
donde descansan las horas que han dado vida
allí donde estallan las olas suicidas
en los acantilados solitarios del sur.
Reposo en mi sentir de náufrago,
todo el sosiego y todo el milagro.
Todavía tengo pedazos de pasado,
aún recuerdo el fuego y el techo improvisado,
los leños y la mística que veía en ellos
guardo todo el fulgor de esos días
en la guarida de mis recuerdos.
así era, misteriosa y desafiante,
ese pedazo de vida que forjo mi poesía
fueron los primeros versos, los imperfectos
que se arraigaron en los más profundo
en las raíces del árbol que llevo dentro
donde construí nidos para las alondras de mis letras
otoños con alfombras ocres en el sendero
y un farol encendido que disipe la niebla.
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Autor:
Carlos Brid (
Offline)
- Publicado: 12 de febrero de 2025 a las 19:25
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 44
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