El Forastero

-

- Veo que sois un Caballero

- ¿ De donde sois ?

- No sé de dónde soy, solo sé donde he estado...

- Sois sin duda un Caballero de la Guerra ....
 
¡¡¡¡ Más Vino Tabernero!!!!!  

- Que quiero invitar a que beba el Forastero.

- Decirme pues Vuestra Meced:

¿ Qué  hacéis en nuestras Tierras?

- Solamente estaré esta noche, estoy de paso, no os preocupéis por mi soy como un Perrito de compañía si no sé me provoca...

-¿ Y si no Forastero?

- Yo que Vos ni siquiera lo Preguntaría.

- En esta Vida hasta los Corderos se vuelven Leones para sobrevivir  y yo sobreviví hasta hoy a muchos como Vos.

- ¿ Queréis probar mi Espada  ahora Señor?.

Ohhhhh
¿ Dejará de Molestarme y me permitirá beber en Paz? 
Tal vez así Vos podrá ver mañana la luz del Sol .

- Como No Caballero, no temáis solo preguntaba.

Beber tranquilo pues, pero cumplir vuestra palabra
y mañana con el Alba será mejor que no estéis aquí.

- ¿ A que tenéis miedo ?
- ¿ Que teméis de un Extranjero?
- Solo repito que estoy de paso, y no quiero entrar en conflicto ni busco pelea. 

- Pues que así  sea... Ea...
Más Vino Tabernero para este Caballero que tengo a mi Izquierda.

- ¿ Decidme, acaso Vos sois el Señor de estas Tierras?

- ¿ Por qué quieres saber eso Forastero? 

- Otra vez os habéis puesto en guardia, algo ocultáis cuando tanto os preocupa una simple pregunta...

- Si yo fuera el Señor de estas Tierras Vos ya no tendría la cabeza que le sustenta el cuello, pero como veo que sois tan curioso, os diré que sirvo a mí Señor y aquí Forastero acaba la conversación, beber Presto y quedaros en el mayor Silencio si realmente estáis de paso y  no queréis líos o llanto.

-¿ Es una amenaza la que oigo ?
¿ Ohhhh una simple advertencia ?

- Vive Dios que no sois lo que decís y tampoco estáis de paso por aquí, pues os atrevéis a provocarme.

En Pie...

Presto sacar vuestra Espada que vais a conocer
lo que les pasa por aquí a quién osa meter sus narices en nuestra Casa.

El Caballero siguió bebiendo el Vino como si nada, estaba claro que ese Valentón no le amedrentaba, señal de que el Forastero estaba muy acostumbrado a esas Bravatas, y en un alarde de Frialdad al que le amenazaba sé puso en Pie, sé dio la vuelta y cuando al contrario lo tuvo en frente sin saber cómo, ni cuando con la rapidez fulgurante de un Rayo, le metió toda la Espada  por la Garganta.

El Bravucón cayó al suelo de rodillas y el Caballero con una certera patada lo tumbo muerto al suelo de la Taberna para asombro de los presentes que no daban crédito a lo que allí pasaba. 

El Silencio sordo se podía cortar con una Navaja.

El Caballero tranquilamente limpio de sangre su Espada pidió más Vino al Tabernero 

Nadie habló, nadie sé le acercó todos temían al Caballero y a su Espada...

Luego cuando creyó conveniente y llevándose la Jarra de Vino cuando estaba ya en el quicio de la Puerta 
pregunto al Tabernero:

-¿ Que sé debe aquí ?
- El Tabernero nervioso temblando aún por lo que allí había acontecido le respondio:

- Nada mí Señor, es el muerto quien paga...

Y recogiendo su capa hacia su cuerpo, el Caballero desapareció por la misma Puerta que entró...

Mael Lorens 
Febrero 2025