RUBEN Y TENTACIÓN

JUSTO ALDÚ



El sonido de sus propios pasos resonaba en la acera mojada mientras Rubén avanzaba por las calles de Quetzaltenango. La ciudad dormía, pero su mente estaba lejos del descanso. La discusión con su esposa había sido la gota que colmó el vaso. No quería seguir discutiendo, ni darles a sus tres hijos un ejemplo de vida marcado por el conflicto.

Tras varias horas errantes, se detuvo en una esquina y encendió un cigarrillo. Al agitar la mano para apagar el fósforo, la breve chispa iluminó su rostro. Desde la acera cercana, una mujer lo observaba y aprovechó la ocasión para acercarse.

—Hola, guapo. ¿A dónde vas? ¿Me regalas un cigarrillo?—dijo con una sonrisa insinuante.

Rubén la miró. Sus ojos descendieron por sus largas piernas hasta los tacones brillantes que realzaban su figura. Su cuerpo reaccionó involuntariamente, pero  disimuló esperando que sus pantalones no lo delataran.

—Hola. Solo camino para tranquilizarme—respondió, extrayendo la cajetilla de su chaqueta. Le ofreció un cigarro y lo encendió.

La mujer dio una profunda calada antes de preguntar:

—¿Quieres compañía? Me llamo Tentación.

Rubén titubeó. Miró a lo lejos, recordando la discusión con su esposa, los rostros de sus hijos. Finalmente, sacó un billete de su cartera y se lo ofreció.

—Pago tus servicios, pero solo para que me escuches. Necesito hablar con alguien.

La mujer lo miró con incredulidad. Nunca un hombre se había negado a lo que ella ofrecía. Aun así, tomó el dinero y aceptó. Juntos caminaron hasta una banca en el parque, donde Rubén comenzó a desahogarse. Tentación lo escuchaba en silencio, sin interrumpir. Sin embargo, en la penumbra, una sombra se acercaba sigilosamente.

La luz del farol reveló la identidad de la figura: ¡Su esposa!. Con los ojos empañados en lágrimas, lo miró con una mezcla de dolor y sorpresa. Tentación tomó su cartera y su abrigo, y sin decir palabra se hundió en la noche.

Rubén y su esposa se quedaron mirándose, sin necesidad de palabras. Luego, caminaron juntos de regreso a casa. Entre sollozos y promesas, acordaron cambiar, por ellos y por sus hijos. Aquella noche no solo terminó un paseo, sino también un capítulo de distancias y reproches en su historia.

El reloj marcaba las 12:30 de la madrugada y el calendario, febrero 14. En lo alto, la luna de Xelajú volvía a brillar.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

La **tentación** se entiende como un conflicto entre el deseo y la razón, entre la inclinación natural hacia algo placentero y el juicio moral o racional que nos advierte sobre sus posibles consecuencias, aún así sabemos que tenemos el libre albedrío.

JUSTO ALDÚ

Panameño

Derechos Reservados / febrero 2025.

 

 

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.