Pausas Humedecidas y Acuarteladas

Ivette Urroz

Vida ahora, risueña, excesivamente buena—

extrañeza en lo cotidiano, justificando bolsillos oscuros

de sopor distante, embotellando ácidos quisquillosos

junto a la luz fragante y supersónica que vela y derrama

dramas bizcos, consignas blanquecinas.

Hueso milenario lloriquea, cascarón roto de

preceptos solares consumidos bajo chaquetas

bondadosas—rodando la roca mortuoria,

frente al vasto mar del subconsciente.

Abandono y tristeza, desesperación palpable,

sonidos de riqueza terrenal, sin pausa, acuartelados,

sueños malintencionados capturan breves instantes,

aguas domesticadas, sienes humedecidas.

Asombro en sordera creativa, sobre tejados periodísticos,

termómetro pecador retorna—cada tarde,

cíclico como olas de pixeles escorbúticos y petrificantes

inevitable, la caricatura de un barco anclado en el pecho.

Espero—vidrio trascendental sobre hollín escalonado,

soberanía en volantines errantes, ocultos

en el centro de una vida interlineal,

la sombra internacionalista se fusiona en añil urbanístico,

se funde con el vaho de siglos olorosos de uvas arbitrarias.

Ivette Mendoza Fajardo

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