En el fúnebre y callado cementerio de mis ilusiones,
duermen los ecos marchitos de amores ya enterrados.
Sus lápidas frías, sin flores ni nombres,
guardan los besos que el tiempo ha robado.
Bajo un mar de sombras y esperanzas muertas,
se desvanecen los días que me hicieron sentir vivo.
Y en la brisa nocturna, dolientes y ciertas,
las viejas heridas sangran en el olvido.
Cada tumba es un nombre que el alma no olvida,
rostros que el tiempo borró sin piedad.
Fantasmas que rondan mi oscura vida,
susurros de aquello que no volverá.
De nada sirve llorar lo que nunca dijimos,
ni implorar segundos que ya no vendrán.
El destino es cruel con los que fuimos,
y al final del camino… nadie esperará.
El tiempo, implacable, no otorga perdones,
arrastra los sueños, no deja volver.
Pero cuando mi vida se apague en sus noches,
quizás no fui sombra… quizás fui amanecer.
Cierro los ojos, rendido y sereno,
sin miedo al abismo, sin miedo a partir.
Porque sé que, en la niebla de este último invierno,
aún hay un alma… que espera por mí.
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Autor:
Juan de Marco (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 16 de febrero de 2025 a las 10:55
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 40
- Usuarios favoritos de este poema: William26🫶, Antonio Martín, JAGC, EmilianoDR, 🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮, Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez, El Hombre de la Rosa, pasaba
Comentarios1
Me gustó tu poema.. muy bueno...fue un placer leerte...saludos.
"Muchas gracias por tus palabras. Me alegra saber que disfrutaste el poema. Es un placer compartir lo que escribo. ¡Saludos!"
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