Elegía del Amor Resiliente

EDGARDO

En el jardín del corazón, donde el amor se sembró,
dos almas en un sueño, su destino enlazó.
Pero sombras de dolor, cual nubes de tempestad,
cubrieron el Edén, la dicha en fragilidad.

Palabras cual puñales, con filo de rencor,
hundieron en la carne, heridas de cruel dolor.
La tristeza inundó el alma, la fe se desvaneció,
y el jardín del amor, su verdor perdió.

Mas, cual ave fénix, de cenizas renació,
un hilo de esperanza, en la noche brilló.
El diálogo sincero, llave de la verdad,
abrió la puerta a la confianza, lazos de hermandad.

Escuchar al otro, con el alma desnuda,
comprender su sentir, la angustia que lo inunda.
Es el primer peldaño, hacia la redención,
donde el amor renace, con nueva bendición.

El perdón, bálsamo divino, que alivia el pesar,
libera el alma herida, la deja respirar.
No es olvido, sino acto de valentía,
un puente hacia el futuro, donde el amor guía.

El respeto, cimiento de toda relación,
reconoce en el otro, un ser con su razón.
Con sueños, anhelos y necesidades propias,
que merecen ser oídos, valorados sin tropiezo.

En el jardín del corazón, diálogo, perdón y respeto,
son las herramientas que cultivan el amor, su secreto.
Regando con ternura, abonando con lealtad,
el jardín florece, el amor en eternidad.

Porque el amor, fuerza poderosa e invencible,
trasciende las barreras, lo inalcanzable.
Con diálogo, perdón y respeto como escudo,
el amor se yergue invicto, jamás será mudo.

En el crisol de dos almas, unidas por el querer,
el amor se fortalece, no hay poder que lo pueda vencer.
La esperanza florece, en el jardín del corazón,
y dos almas se aman, con pasión y devoción.

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