Las cenizas de una diosa: Cuando el agua olvida su nombre

Milber Fuentes

Quiero contar historias,
pero cada vez que mis pies tocan el suelo,
el impacto me dispersa.
Soy astillas en el aire,
fragmentos de lo que alguna vez fui.

Samantha, fiera y lúcida,
se ha rendido ante la bruma.
Se abandonó a un letargo sin bordes,
una pausa que no cesa.

Antes, el tiempo le obedecía,
pero ahora se diluye en los días de otros.
Vivir para los otros la deshace.
No queda su sombre, ni su rastro,
solo un eco sin nombre.

¿Cómo es posible que la reina de Java
se arrodille ante las migajas,
cuando su pecho arde
como un mapa de estrellas?

¿Cómo admitir que Yemayá,
la primera entre dioses,
la que apagó el fuego del mundo primigenio,
ahora tiembla bajo la sombra de las moscas?

Las moscas—
las mismas que rondan
lo que ya no respira.

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