Ni siquiera el reflejo sangra.

¿por qué es tan difícil encontrar a quien amar?
he esperado a través del humo,
buscando mis pulmones
en los toques efímeros de quienes dicen quererme.
me encuentro perdido.
me encuentro confundido.
confundido.

me han buscado en rostros ajenos,
en siluetas que no me pertenecen.
soy todo lo que ansías,
pero en un cuerpo que nunca será tuyo.
el mismo que fue azotado en mis ancestros.
el mismo que sintió la tortura
de hombres que ostentan tu tez con orgullo.

encuéntrame.
en mis brazos que se quiebran en silencio.
en palabras que, en tu boca,
son solo susurros sin alma.
en lo que jamás fui.

me llamas fácil de amar
porque mis palabras te resguardan en su lógica,
pero son ellas las que te alejan
cuando las rosas se desangran
y tiñen la tierra con rojo olvido.

quizás soy más que los labios
que buscan refugio en mi piel.
más que las manos
que me tocan sin conocerme.

no saben mi historia.
no conocen los nombres que olvidé.
no imaginan las mujeres que fui,
a los niños que murieron,
a las madres que di a luz,
ni a los cuerpos que habité antes de este.

tal vez entonces, solo me quede amarme a través de tus ojos.
por eso violo con mis manos mi cuerpo.
por eso carezco de linaje,
de nombre,
de historia.
de todo lo que exijo con mi boca.
de lo que engendro con mis dedos.

no reconozco lo que he dicho ser.
y rompo,
de forma abrupta,
mi imagen en el espejo
por la estupidez de haber sido.
un hombre de martirio.

ni siquiera el reflejo sangra.
ni siquiera el cristal grita.
ni siquiera mi sombra se queda.
solo quedo,
sin siquiera saber si
significo algo.