EL LLANTO DE LA ESPERANZA

Ricardo Castillo C.

Llora un niño en la sombra de un aula vacía,
su voz es un eco que nadie desvía.
Mira a la puerta, pero nunca se abre,
el mundo le enseña que el sueño es un fraude.

La tiza en la pizarra dibuja cadenas,
le dictan verdades que apagan su estrella.
Le enseñan a hablar, pero no a preguntarse,
le obligan a andar sin saber dónde hallarse.

Le venden futuros con tinta y papeles,
le imponen teorías con muros y rejas.
Y el niño obedece con miedo en los ojos,
repitiendo el mundo que otros le forjaron.

Un libro cerrado jamás liberó,
una mente en cautiverio nunca despertó.
Si la escuela es jaula, si el verbo es prisión,
qué queda del hombre, ¿qué queda de Dios?

Pero hay fuego dormido en su piel marchita,
su alma es un grito que nadie marchita.
No es solo un niño, es pólvora y llama,
es la voz silenciada que el tiempo reclama.

Si un día se alza y rompe el cerrojo,
si arranca las vendas y enciende sus ojos,
verás que su llanto no era tristeza,
sino la tormenta antes de la estrella.

No temas su grito, no calles su herida,
que un niño que piensa es un alma encendida.
Si la escuela lo apaga, si el mundo lo doma,
¿qué queda del hombre cuando el alma se asoma?

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