Mantra

Crecen,

las raíces del pequeño rosal

entre las grietas de los adoquines.

En la esquina, un loco desnudo,

sostiene una moneda oxidada.

Aprendió a volar sin rumbo:

sin saber dónde ni cuándo.

 Se pregunta:

“¿Dónde está la vida?”.

El viento a deshojado recuerdos,

la brisa se llevó los aromas.

En la ciudad no hay respuesta,

solo ecos apagados por el tráfico.

“¿Dónde está la vida?”.

En la ciudad, los habitantes giran

repitiendo mantras olvidados,

en una rutina que olvidan,

como una cascada que ignora el agua,

su sonido una armonía perdida.

Es primavera,

brotan escombros cada amanecer.

Las aves carroñeras deslizan su sombra

Sobre la violencia del amanecer.

El asfalto escucha los pasos vacíos,

“¿Qué harás con los ecos de vida?”

Pregunta la noche.

 Nadie escucha,

ni siquiera la maquina

que arrastra los deshechos.

Hay sombras que pintan los muros,

rasgan el concreto,

escriben en el su grito mudo,

es un pedazo de vida atrapada,

en los fragmentos extraviados

de un espejo roto.

Entre el gris de la ciudad liquida,

 una raíz emerge, desafiante.

 Sabe que todo está unido,

 que la ciudad escurre,

 vacía de contenido,

Quizás la vida es un puzle,

 fragmentos que solo

buscan su forma perdida