Es un juego de fuego el que juego contigo,
un peligro latente en cada suspiro.
Voy hacia tus brazos como quien se lanza,
al filo de un sueño que nunca descansa.
Me entrego a tus labios como un condenado,
aun sabiendo el precio de estar atrapado.
Son besos que queman, caricias que hieren,
veneno dulce que nunca muere.
Tus labios me llaman, tus ojos me atrapan,
y yo, sin dudar, me pierdo en su trampa.
Sé bien lo que hago, conozco el final,
pero es esa chispa la que me hace volver a empezar.
Quizás soy esclavo de mis propios desvelos,
tal vez soy cautivo de falsos anhelos.
Pero aun así, regreso sin razón,
porque tu amor es castigo y bendición.
Amar duele, lo sé, y aún así lo elijo,
porque en este tormento también encuentro alivio.
Que me digan loco, que me llamen traidor,
díganle masoquismo, pero a mí me encanta dispararme al corazón.
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Autor:
Pedro Abarca (
Offline)
- Publicado: 21 de febrero de 2025 a las 01:40
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: Avissium, Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR, El Hombre de la Rosa
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