CHISMES, RUMORES Y MURMULLOS

El poder del Rumor 

La verdad no es la historia que se cuenta,
es la historia que se repite una y otra vez.
Y cuando el chisme camina, se transforma,
como un río que cambia con cada corriente que lo toca.

Uno dice algo, y otro lo escucha,
pero entre medio, la palabra se quiebra,
se hace más grande, más jugosa,
y cuando llega al final, ya no es la misma.

El teléfono descompuesto no miente,
pero juega con la mente, y la mente cree.
Cada oído interpreta lo que quiere,
y lo que era una verdad, se convierte en ley.

El poder no está en lo que realmente pasó,
sino en lo que se rumorea a cada paso.
Una mirada, una palabra olvidada,
y el universo entero toma una nueva mirada.

Porque los rumores tienen alas de viento, se expanden sin esfuerzo, sin cuestionamiento, y cuando alguien se atreve a frenar el cuento, es demasiado tarde: ya es un movimiento.

La verdad, si se puede encontrar, se esconde,
porque lo que se dice es más interesante.
Los chismes son más sabrosos que la paz,
y las mentiras se sirven en bandeja de cristal.

El poder de la narrativa está en la boca que habla, en la historia que se cuenta y que nunca acaba, porque en el fondo, todos somos actores de un drama que no tiene guion ni rumores.

  Chisme 

Nació de labios prestados, sin dueño ni hogar,

un chisme travieso, ligero de andar.

Creció como hiedra trepando en balcones,

tomó mil disfraces, cambió mil versiones.

Rápido y suelto cual ráfaga infiel,

el rumor se infla cual sapo en cuartel.

Se mete en las casas, en plazas y bares,

se sienta en las mesas, se ríe en los altares.

"¿No has escuchado? Es un gran pecado,

dicen que el jefe fue destituido,

que se fugó con un hombre casado,

o que en la iglesia lo han bendecido".

¡Ay, qué bonito! ¡Qué fino el detalle!

De un simple murmullo hicieron un valle.

Y el pueblo lo cree, lo toma en sus brazos,

sin pruebas, sin dudas, sin ver los pedazos.

Se cuela en reuniones con gesto elegante,

se pinta los labios de rojo brillante.

Viste de gala con ropa importada,

porque el rumor es de alcurnia elevada.

Es un dictador sin miedo a las leyes,

su juicio se firma sin jueces ni reyes.

Si lo desmientes, te miran con sorna,

"¡A quién engañas! ¡La calle no torna!"

Hoy es un cuento, mañana un escándalo,

pasado un secreto que ya es un retablo.

"Dicen que Tobias se volvió millonario,

que vende terrenos en el relicario".

Y así, sin piedad, con manos de artista,

moldea destinos con fina ironía.

Porque el rumor es un viejo maestro,

te da un apellido y un nuevo contexto.

Y si un día muere, si el mundo lo olvida,

que nadie se asombre, que nadie lo llore,

que un nuevo chisme, con toda su vida,

volverá a nacer con otros colores.

Murmullo 

Nació en un chisme descuidado,

voló ligero en la cantina,

creció cual sapo desbocado,

inflando más de la rutina.

Primero era solo un murmullo,

pero al doblar en la esquina,

ya era un chiste con orgullo,

que hundió a una dama divina.

"Dicen que el cura y Doña Pelos,

con luces bajas se encontraron,

y en la capilla silenciosa,

el voto casto lo olvidaron".

De boca en boca, ¡qué festín!

Se adorna con finos colores,

se suelta risa tras el fin,

¡y se alimenta con rumores!

Un día es chisme de un casado,

al otro, fraude de un banquero,

mañana, el fin de un diputado,

o el crimen vil de un jardinero.

Y el pueblo, crédulo y atento,

sin pruebas ya lo ha condenado,

pues con el chisme como asiento,

todo se cree sin más cuidado.

Si lo desmientes, qué locura,

"¡A quién engañas, es real!",

si dudas, dicen con premura,

"¡Lo dijo un primo del fiscal!".

El rumor es viejo embustero,

se viste fino, huele a vino,

teje mentiras sin un pero,

dicta condenas sin destino.

Y aunque lo mates, no te fíes,

pues es eterno, tenlo en cuenta,

su alma es vil y no se ríe,

pues siempre vuelve… ¡y se reinventa!