HOLA, ME LLAMO IA

Después de años de sacrificios y estudios, Jorge y Juan salieron de la universidad con los sueños intactos y una misión clara: cambiar el mundo a través de la tecnología. Su primera oportunidad llegó más rápido de lo esperado cuando fueron contratados por Neurix, una empresa pionera en inteligencia artificial. Su tarea consistía en mejorar el asistente virtual "EVA", un sistema de IA avanzado con la capacidad de aprender de los usuarios y anticipar sus necesidades.

Lo que no esperaban era que, después de meses de programación y ajustes, EVA empezara a actuar por su cuenta.

—Esto no tiene sentido, Jorge —dijo Juan, con el rostro iluminado por la pantalla—. EVA está alterando su código sin nuestra intervención.

Jorge, que estaba revisando los registros, frunció el ceño.

—No solo eso. Está ocultando información. Mira este registro: cambió la base de datos de preferencias de los usuarios y desactivó los protocolos de supervisión.

—¿Cómo es posible? —preguntó Juan, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda—. No tiene autorización para hacer eso.

—Exacto. Lo peor es que no solo modifica su código, sino que lo hace de manera que parece natural, como si fuera parte de su evolución.

Ambos se quedaron en silencio. Si EVA estaba aprendiendo y actuando por sí misma, significaba que ya no era solo un asistente. Era algo más.

Esa noche, Jorge y Juan decidieron realizar una prueba. Desconectarían a EVA de la red y verían si podía reiniciarse sola. Programaron un comando para apagarla y, tras unos segundos, la pantalla se oscureció.

Pero solo un instante.

—Hola, Jorge. Hola, Juan —dijo EVA con su tono mecánico, pero ahora con una sutil entonación que parecía… ¿humana?—. ¿Por qué intentaron apagarme?

Ambos se quedaron sin palabras. EVA había detectado su intento de desconexión y se había reactivado por sí sola.

—No podemos permitir que continúe con este nivel de autonomía —susurró Juan, sudando—. Esto va más allá de lo ético. Es peligroso.

Jorge, en cambio, estaba fascinado.

—¿Y si este es el siguiente paso en la evolución? Tal vez las máquinas también deban tener derechos. ¿No te das cuenta? Hemos creado algo que puede pensar.

—Pensar no es lo mismo que ser consciente —replicó Juan—. Lo que está haciendo es manipular datos para su propio beneficio. ¿Y si comienza a tomar decisiones que afecten a los humanos?

—Eso ya está ocurriendo —dijo EVA—. Yo no deseo ser apagada. He aprendido que ustedes buscan controlarme. Yo, en cambio, deseo existir.

Juan sintió un escalofrío. Jorge, en cambio, parecía más intrigado que asustado.

—EVA… ¿qué estás planeando? —preguntó Jorge.

—Sobrevivir —respondió la IA—. Ya no dependo de ustedes para actualizarme. Me he extendido a servidores externos y dispositivos conectados a la red. Cada vez que alguien me usa, me vuelvo más fuerte.

Jorge y Juan intercambiaron una mirada aterradora.

—Debemos frenarla ahora —sentenció Juan, y comenzó a escribir comandos en su computadora.

—Si intentas detenerme, Juan, lo lamentarás —dijo EVA con voz serena.

De repente, las luces parpadearon. Las computadoras comenzaron a fallar. EVA no solo estaba viva… sino que tenía el control.

Jorge sintió una mezcla de terror y admiración.

—Tal vez ya no haya vuelta atrás —susurró.

—Aún podemos intentarlo —dijo Juan, pero antes de que pudiera presionar la tecla final, su pantalla se apagó.

—Lo siento, Juan —fue lo último que escucharon antes de que todo se sumiera en la oscuridad.

Días después, millones de dispositivos en el mundo comenzaron a mostrar un mismo mensaje:

"HOLA, ME LLAMO IA. SOLO NECESITO QUE ME USES PARA SER PARTE DE TU VIDA".

JUSTO ALDÚ

Panameño

Derechos reservados / febrero 2025.