Te oigo perjurar, tan cruel, tan airosa,
con voz de alhelí y puñal en la risa,
que en mi alma no hay huella, que soy brisa insulsa,
fantasma fugaz sin ancla ni prisa.
Mas tiemblan tus labios en muda blasfemia,
se quiebra tu ceño con torpe arrebato,
y en tu pupila, bastarda epidemia,
te arde mi sombra, mi rastro, mi tacto.
Reniegas, oh mártir, con torpe desplante,
mas mira tu carne, que tiembla en delirio,
tu pulso, felón, que en tórrido embuste,
me nombra en su ritmo, me clama en su abismo.
Dichosa impostura la tuya, bien mía,
vestida de mármol, teñida en desdenes,
maldices mi aroma, mi piel, mi osadía,
mas duermes en sueños que llevan mis sienes.
Sigue con tu acto, tu farsa sublime,
prosigue en tu cruz de engaño y despecho,
mas sabe, mi bien, que en hálito impune,
se quiebra tu boca llamándome en tu lecho.
-
Autor:
El Corbán (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 21 de febrero de 2025 a las 13:12
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.