Me lleva a la locura ver cómo ciñes los labios e inclinas la mirada; me envuelve el afán y derrocho mi sensatez al contemplarte. Al aproximarte aun así no para proferir palabra a mis oídos; haces mover mi ser y temblar mi alma. Tu cuerpo me tiene hipnotizado, haces pasear mis ojos para perderme en la fantasía de mi pensamiento. He llegado a idolatrar la manera en que tus pechos bailan al son de la música; y, con sutileza me esclavizas. Esa melena llana que cae como cascada en tu semblante, esas diminutas manos, esos cortos y finos muslos, esas extensas lumbreras arqueadas, esos bordes apetitosos asalmonados, esa sonrisa exagerada; todo ello que adorna tu cuerpo, sí, todo ello; es lo que ambicionan mis sentidos… Y reflexiono: No debería consentirme al estimar la voluntad de extraviarme en todo aquello que ansío terminar. Posar mi ánimo en tus veredas y en el desabrigo que bordea tu epidermis; estrujarte con vigor y aferrarme de envés de ti. Mis entrañas recorran tu columna vertebral hasta que mis latidos armonicen con los tuyos. Besarte con violencia y que el rocío del instante descienda como fina briza desciende sobre el rosal; atisbando tus pupilas, tus pómulos carmín y tus bordes asalmonados, entre tanto reposa el tiempo y me impregno de ti. La fatiga nos alcance y traduzca suavemente el significado de la complacencia del uno con el otro. No, no debería.
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Autor:
Charlie (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 21 de febrero de 2025 a las 15:03
- Categoría: Triste
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, Mauro Enrique Lopez Z., Sierdi, Ricardo C., alicia perez hernandez
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