Mi Destino

¿Estaba acaso escrito en las estrellas, trazado en el cosmos con tinta de luz estelar, que Pablo Neruda, el hombre de la melancolía y la ternura, se convertiría en un escritor cuyas palabras resonarían a través del tiempo, un maestro de la metáfora y la oda, un gigante de la literatura cuya pluma capturaría la esencia misma del amor y la existencia humana?

¿Estaba acaso predestinado en el gran tapiz del universo que Vincent Van Gogh, el alma atormentada que luchó contra los demonios internos y la indiferencia del mundo, se alzaría póstumamente como un faro de la expresión artística, un maestro del color y la luz, un visionario cuya obra trascendería su tiempo y se convertiría en un testimonio eterno de la belleza y el dolor de la vida?

Y, ¿estaba acaso escrito en mi propio destino, entrelazado en los hilos del tiempo que me trajeron a ti, que yo me convertiría en el cautivo de tu amor, el eterno peregrino en el santuario de tu corazón? ¿Estaba acaso decretado que mi amor por ti ardería con la intensidad de mil soles, que mi alma se consumiría en el fuego inextinguible de tu ser?

Eres la melodía que despierta mi corazón al amanecer, el sol que ilumina mis días, la luna que guía mis noches. Eres la razón de mi existencia, el aire que respiro, el latido de mi corazón. Mi amor por ti es el compás que marca el ritmo de mi vida, la fuerza que me impulsa, la esperanza que me sostiene.

No anhelo la gloria ni la fama, solo el calor de tu mirada, la dulzura de tu sonrisa, la paz de tu presencia. Tu felicidad es mi mayor deseo, tu bienestar mi única ambición.

Agradezco al universo, a la vida, al destino, por el regalo inefable de tu amor, por la bendición de amarte con la intensidad y la pureza que solo mi corazón conoce.