Verbo

OscarCampos

 

Dos cerezas en la rama escucharon

 una brisa del tiempo:

"El verbo, dormía en la voz del silencio,

hasta que despertó y aprendió a ser límite."

 

Antes de la palabra,

la brisa era un suspiro vago.

Broto una chispa,

 dibujo los limites en la humedad

de la caverna infinita de la memoria.

Se asomó a los ojos,

trazó un puente de sombra y fuego,

entre la libertad y la imposición.

 

La chispa fue llama,

 el consentimiento se volvió palabra.

Para que el puente no caiga al vacio,

Escribió en la piedra:

“Solo se cruza cuando dos miradas

se juntan en la misma orilla.”

 

Las olas se quiebran en contra el acantilado,

 el precipicio devora el eco de los musgos,

burbujas de dudas estallan con la espuma.

Das un paso: la pregunta un murmullo

de caracolas

das otro paso: la palabra hace del verbo

un abismo o un puente.

 

Antes de la sinfonía de la tierra,

el hombre jugaba con su sombra,

y el verbo dormía entre rincones desolados.

Como un dios que despierta,

el consentimiento hizo su habitación

en las manos abiertas del hombre.

 

El amor, una gaviota sin dueño

danza en la orilla del acantilado.

Un solo paso de más,

una pregunta que atraviese los límites,

puede hacer del amor un silencio incierto.

 

Un hombre escucho las cenizas:

“La voz no es del viento,

si el verbo no acepta

 la respiración del aire.”

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