Arden los labios, se funden las huellas,
se quiebran las sombras, se enredan las mallas,
se pierde el aliento en llamas tan bellas,
y el mundo se ahoga en jadeos y hallas.
Mi carne en la tuya, la tuya en la mía,
bifronte, sin nombre, sin casta ni dueño,
no hay piel que me oprima, no hay voz que me guíe,
somos solo un eco del mismo desvelo.
Mis manos no saben si empuñan o yacen,
mis piernas no saben si huyen o esperan,
mis labios no saben si besan o abrasan,
tus pechos no saben si tiemblan o queman.
¡Oh fiebre bendita, oh vértigo impío,
oh cima voraz de un mundo sin suelo!
Nos quiebra la sangre en un mismo estío,
nos borra la luna, nos firma el anhelo.
Ahora ya dime si el pulso es tu pulso,
si el vientre es el mío, si el grito es el tuyo,
si el alba nos mira y aún ve dos almas
o solo un incendio sin rastro ni muro.
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Autor:
El Corbán (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 23 de febrero de 2025 a las 11:27
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, Augusto Fleid, Carlos Armijo Rosas...✒️, WandaAngel
Comentarios1
muy buen poema...
Gracias, que tengas un bonito día.
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