A unos labios de ensueño.

Antero


AVISO DE AUSENCIA DE Antero
Por cuestiones personales, estaré ausente durante un tiempo.

 

 

Sus labios sensuales y cercanos

Sus labios vibrantes y provocativos

motivo y razón de mis delirios.

 

Amor.

No abraces mis utopías

Ni beses mis quimeras

con tu verso más ardiente

que tu verso es mi fragor.

 

Mejor.

Para tu tiempo en mi poema:

llamas de inflamadas rimas:

Deseos de ti, nunca ausentes.

 

Y juntos fluyamos.

Juntos ardamos.

 

¡Qué, nuestras candentes rimas, nunca jamás se extingan!

 

Y lo eterno sea postrero

que todo es efímero.

Menos mis reales quimeras:

segunda piel de mis ansias

tan visibles como evidentes.

 

Culto, adoración que venero

Y, en lo perecedero,

no me abraces las quimeras

ni me beses en las ausencias

pues eres real en el presente.

 

Tan cierto como lo halagüeño

de unos sueños

que son rescoldos y ascuas.

Encendidas brasas que no se apagan

del fuego mío por ti, siempre latente.

 

Subyacente y a la vez tan profundo

que sin tus versos me hundo

en el abismo de las tímidas letras

las que saben bien que sin tus rimas

todo es una fosa negra, si ausentes.

 

Las de tus labios candentes

fuego de mi soñar y deseos ardientes.

 

Realidad y teoría, no me pongan en la duda de que, si mis vivencias en el amor no dan para soñar, no me hagan dudar de los caminos abiertos sin transitar.

 

No quiero pensar que, lo que no pude tocar, en un sueño se hace realidad. Ni vivir en la ansiedad de una realidad donde mis manos sientan el vacío de la soledad.

 

Y si…

Solo era cuestión de tiempo, por grande y profundo que fueran los sueños, que la realidad siempre termina apareciendo.

 

Y si…

En el amor, la ternura es una flor que se marchita con el frío del silencio y sin el calor de la pasión. Un río que se convierte en témpano de hielo sin las caricias.

 

Entonces…

Solo será cuestión de tiempo; que, por fría que sea la realidad sin tu presencia, los sueños, donde se fraguan los besos, siempre terminarán apareciendo.

 

Al final…

Mi conciencia me dicta sentencia: La esperanza es el último recurso para sobrevivir al frío, la soledad y la indiferencia. Y la fe, la que alimenta tu alma para que no desfallezcas.

 

Y, aunque la esperanza y la fe se camuflen en la metáfora donde el tiempo se paraliza y no avanza, seguiré soñando y serán solo sueños, pero no por eso dejarán de ser ciertos sus labios y mis apasionados besos. Pues qué si no es idealizar aquello que, en el soñar, se hace realidad.

 

Amor.

No abraces mis utopías,

ni beses mis quimeras

con tu verso más ardiente.

Tus versos son mi fragor.

 

Mejor,

para mi tiempo en tus labios: llamas inflamando con su sabor, mis deseos, los que, sin tus besos, los míos, estarán, por demás, ateridos de frío; ausencia total de sabor y calor

 

¡Ardamos juntos, amor!

Que las candentes rimas

se propaguen fusionadas

en un poema interminable

 

Surquemos versos y besos

en un navegar inagotable

por los océanos de tus ojos

que lo efímero es pasajero

 

No perdurable, ni duradero

 

Menos mis eternos sueños. Anhelos, deseos y realidades, tan visibles, cercanas y recurrentes, como evidentes. Como cierto es que, al despertar, las huellas de unos besos en mis labios siguen latentes, aunque ausentes. Y mi sentir, en esos instantes, no sean más que el eufemismo con el que suavizar el dolor de una ausencia que me hace delirar. 

 

En lo perecedero, cielo,

no abraces mis fantasías,

ni me beses en las ausencias

que soy real en este presente.

 

Tan verdadero como lo halagüeño de unos sueños, que son rescoldos, ascuas que nunca se apagan. Fuego alimentado con tus versos; incandescentes llamas, cuando llegan tus labios y me convierte la fría oscuridad en calor reconfortante.

 

Subyacente y a la vez insondable

donde me hundo en el abismo de las letras

Las que saben bien que, sin tus besos, versos,

son un sueño negro, por demás agonizante.

 

Pero salgo de las tinieblas cuando tu luz me llega y, aunque sea en un sueño de apasionada locura, saben bien mis fugaces corduras, que sin tus labios, no hay vida más allá del verso, sinónimo de beso. Ni en la metáfora de llegar al lugar donde nacen las semillas de mis anhelos, alimentadas con tus aguas; ríos por donde navegan mis apasionados y sueños.  

 

Porque de eso se trata, corazón, de vestir la realidad con una metáfora donde el agua es fuente de vida y las semillas, las que ella me planta, con sus versos de agua, en los surcos de mis ansias. 

 

¿Es la realidad una retórica? ¿O será que las metáforas, por elocuentes, no simbolizan mis delirios? 

 

¡Ay, sus labios provocativos y excitantes!, y quién sabe si exigentes, ¡cuántas verdades reflejadas en ellos!, las de mis ansias. Así que no me vengas con las dudas, locura, que, si mis vivencias en el amor son frutos de mis desvaríos, los de soñar que la estoy besando con locura. 

 

Será, entonces, que la retórica, en su deseo de alargar esos instantes en que la beso, se convierte en una realidad tan pujante como mis sueños de beber en sus labios. 

 

Y la metáfora, la delicia, el embeleso del beso. Y la elocuencia, el placer sublime del momento, instante en que deja de ser un sueño para ser realidad en sus labios de ensueño.

 

Tus labios sensuales y cercanos

en la realidad donde te sueño.

 

Miel para los míos hambrientos,

son tus versos vibrantes, excitantes.

 

Brasas para mi pasión delirante.

 

Es todo tan redundante en mí deambular por los vericuetos sin la debida elocuencia, que, sí, pecar de abusar de la retórica. Abusando de los adjetivos como muleta de mi ceguera, para tratar de hilvanar unos sueños, presentes cuando despierto, que no he de protestar por dura que sea la condena que me impongan los dioses de las reglas de la oratoria y, por consiguiente, de gramática y oraciones. 

 

Pues sí, osado es mi atrevimiento ante el desconocimiento de tamañas proporciones, más lo ha de ser mi corazón en su sentir cierto. El que no va ha de cejar en su soñar: besar unos labios que le harán delirar, en el desierto de la soledad, si se diera, que la falta del agua de unos versos, que calmen la sed de sus anhelos, con unos besos prolongados en el tiempo, le pongan en peligro de perecer en el intento.

 

 

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Comentarios +

Comentarios2

  • Sami Sanz

    Qué delicia de banquete, lo degusté con todos los sentidos, comí de tus suculentos versos doble postre y tres copas de vino y aún quiero más de lo que ofreces en la mesa de tu inmenso y profundo y bellísimo poema.

    Gran abrazo, poeta.

    Sami.

    • Antero

      El postre lo pagas tú, que lo sepas. Feliz domingo, Guapurita.

      • Sami Sanz

        Encantada! ☺️

      • El Hombre de la Rosa

        Hermoso tu genial versar estimado poeta y amigo Antero
        El Hombre de la Rosa



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