Atlas ha decidido abandonar su carga.

Si más no recuerdo, han pasado como 6 años desde el último movimiento;
un pequeño cambio ha hecho que todo se derrumbe nuevamente.
Desde el ataque energúmeno hasta las nuevas promesas de las estrellas.
Desde aquel momento, el coloso a despertado.

Tanto tiempo dormiste,
tanto tiempo te mantuve olvidado.
Pensé que te había dominado,
pensé que no regresarías a mi lado.

Día y noche me acompañas,
amas despertarme en la madrugada.
Durante el día eres como niebla a mis sentidos,
y por la noche siento como la obscuridad entumece mis latidos.

No recordaba que tuvieras este poder,
regresas y te apoderas de mi ser.
La muerte y la locura se torna en un recuerdo constante,
todas las sensaciones son acuciantes.

Entre el terror que me provocas hay una sutil enseñanza,
y es la naturaleza de la mente humana.
Entre más te resista más me aprisionas,
entre más te acepte, tu actitud es liberadora.

Y es que estoy en otra etapa que produce en mi ansiedad,
ya no tengo los recursos que tuve en mi niñez y juventud;
pero la experiencia y paciencia son mis herramientas,
esta vez, las desempolvo, y las usaré una vez más.

¿Te he llevado al límite otra vez?
¿Te abandonaste nuevamente?
¿Callaste tu dolor e inconformidad?
¿No supiste enfrentar la realidad?

¡Cuerpo mío, perdóname por todo el daño que te hice y te hago en mis frugalidades, indecisiones y pocos anhelos!
Necesitaré de mucha fe, paciencia y amor para volver a reconectarme contigo. 
Esta irrupción que decidiste fue por mi falta de voluntad,
pero volveremos juntos, te necesito para luchar.

Vienen grandes problemas, cuerpo mío, no podré estar sin ti.
Necesitamos ser uno nuevamente, estar conscientes y no permanecer inertes. 
Lo inmanente debe externarse, permíteme reconectarme.
Lucharé por nosotros hasta que venzamos y seamos uno.

Perdóname, cuerpo mío, por todo el daño que te hice:
por los desvelos, la falta de alimento, la falta de ejercicio y por criticarte;
eres de lo más bello que poseo para vivir, no solo para sufrir.
Hice mal al negarte, en ese proceso me perdí y te perdí.
Tenme paciencia, pronto volveré a ti.

Y es que en este proceso interno solo Dios sabe lo que enfrento,
le gente me ve y ejerce presión sin saber mis tormentos.
Procuro hablarles y sonreírles,
aunque los perciba lejos y no comprenda bien lo que pasa.

La sensación de estar lejos, de vivir como en una película con cortes;
como si la realidad no fuera continua y hubieran momentos muertos.
Instantes que mi mente se fuga como globos que me esfuerzo por agarrar,
instantes que se desvanecen en mis manos, como si fuera algún tipo de gas.

Observo mis manos y no las siento como antes,
sé que si me lastimo me dolerá,
pero hay algo que no me permite sentir como debiera pasar.

Veo a un pobre sujeto triste en el espejo,
con la piel un poco ceniza,
tocando sus mejillas,
viendo sus dientes y de pupilas dilatadas;
veo como lucha por sentirse real,
veo como lucha contra su ansiedad.

Hay instantes que estrujan mi realidad,
haciéndome creer que nunca volveré a la normalidad;
pero hay unos pequeños atisbos de luz que generan en mi esperanza,
pensando que volveré a sonreír y que esto pasará.

En el trabajo veo al horizonte, como si buscara algo;
en las tardes en mi casa, veo el atardecer llorando.
Por las noches, mientras me quedo a la orilla de la cama sentado,
contemplo a la obscuridad, como si platicara musitando.

Procuro aprovechar y disfrutar los días,
pero esto hace que me deprima.
Desde los deseos de morir,
hasta la irónica lucha de mantenerme con vida.

Tengo esperanza, cuerpo mío que,
una vez y volvamos a reconectar,
esto cambiará y seremos uno,
aquel que finalmente podrá valorar su realidad.