Al cielo con ella
dicen los costaleros,
pétalos de rosas vuelan,
el palio tiembla
ante la emoción
del que va debajo.
Al cielo, y el cielo, difuso,
funge de sábana santa y
los clarines, a la retaguardia,
entonan sones de gloria.
Al cielo con ella y yo,
bajo el peso de tanto brocado,
lloro la devoción de tanto pueblo
en las calles —y mi madre firme
en la memoria—.
Al cielo, sí, con ella, con Josefa,
que, desde un pequeño ventanuco
que, de seguro, habrá abierto ahora
para la ocasión, estará observando
con pasión, con una lágrima de éter
sobre su escasa mejilla, y hasta, me
atrevo a pensar iluso, verá cómo
me deshago en la entrega desde el roce
violento de las trabajaderas hasta la llaga
que en las plantas de los pies me quema.
Al cielo, sí, y cada año que no falte,
que ningún día santo de cada año no ande
debajo de ella llevándola en volandas
hasta el espacio de edén que ahora puebla
—sí, siempre que las fuerzas me vengan—.
P.D. Lo que me ha durado el café...
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Autor:
Albertín (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 27 de febrero de 2025 a las 08:42
- Comentario del autor sobre el poema: Supongo esto como lo que sienten aquellos que han estado en de lo que hablo.
- Categoría: Religioso
- Lecturas: 17
- Usuarios favoritos de este poema: Jaime Alberto Garzón, Poesía Herética, pasaba, EmilianoDR, Enrique Fl. Chaidez, alicia perez hernandez
Offline)
Comentarios1
Vibración se siente al leer; la madre vivió los significados,...
Un abrazo Albertín
Sí, los vivió. Recuerdo una vez que llegó a casa y me despertó abriendo los brazos y enseñándome el abrigo viejo azul que se llevó lleno de cera, y es que iba detrás del Gran Poder y los nazarenos de alrededor, envolviendo a las mujeres que iban cumpliendo promesa, sin caridad cristiana que valga, iban bañando de la gota de cera que los cirios lloraban a todas ellas. Otro para ti hermano.
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