= La amiga =

Carlos Eduardo


AVISO DE AUSENCIA DE Carlos Eduardo
Hola - Chauuu

 = La amiga =

Rosa. Hola adorado, este día me fue atroz, tantos saltimbanquis comprando los mismos regalos que yo, no se puede soñar.

 Tomás. Mi sol, vas a ver que los tuyos serán los mejores en esta navidad, dame un beso.

Rosa/Tomás. Muah, muah.

Tomás. Las grandes tiendas deben estar malolientes, y tan caro todo.

Rosa. Con lo que tengo, fui a las ferias y todo a mil. Prepararé el árbol con el mismo pino del año pasado.

Tomás. Bueno tesoro, usted sabe la economía, la crisis mundial, no alcanza para más.

Tom. Mamá, mamá, hoy vino tu amiga la “linda”, tan bonita y simpática que venía y nos trajo regalos a todos.

Rosa. Que bueno hijito, me imagino que no los han abierto. Se llama “Lynda”

Tomás. Voy a recostarme y después saldré, volveré como a las 8:00 a colaborar en los preparativos de la cena.

Rosa. Duerme bien mi amor, que después de la comida jugarás con los niños. Tom y Teo sigan a su papá y descansen.

 Tom/Teo. Sí mamá.


Rosa. Por celular.- Hola Lynda, hoy estuviste en la casa.
Lynda. Sí, están preciosos los niños. Les dejé algunos paquetitos.
Rosa.  Cómo está el ánimo y la salud, quiero que pases con nosotros esta noche.
Lynda. Yo estoy mejor que nunca, dime la hora, que no sea tarde, iré en taxi.
Rosa. Tipo 8:30, está OK. Por favor no traigas nada, ya es suficiente.
Lynda. Nos vemos entonces. Gracias. Chao.
Rosa. Chao, te esperamos.
 

Rosa. Adornando el árbol de navidad. Es tan fácil cuando se ha hecho esto año tras año con las mismas guirnaldas, luces, y decorado. Pondré el pesebre aquí para variar y los regalos a este otro lado. Está hermoso como siempre, cuanta calidez que da esta tradición. Suspira.


 Tomás. Está comprando un par de caballitos de madera.  Por favor son para regalo. Tiene algo como para una dama; sí, déme ese pañuelo, también envuelto. Gracias.

 
Lynda. Recibe una llamada por celular. Hola, quién es.
Tomás. Yo, vas a poder ir esta noche a celebrar.
Lynda. Claro mi tesoro, Rosa me invitó.
Tomás. Pero estás bien de verdad
Lynda. Sí, te lo he dicho tantas veces.
Tomás. Es el miedo.
Lynda. Vamos, sin brumas el horizonte.
Tomás. Bueno si tú lo dices mi amor, te esperamos.
Lynda. Nos vemos, recuerda que los niños sean el centro.
Tomás. Chau y un beso grande.
Lynda. Chao cariño.
 

Está oscuro
Ring-ring.
Rosa. Por favor, niños abran la puerta, debe ser el papá.
Tom/Teo. Ya mami, yo voy, no, yo.
Tomás. Los abraza. Hola niños, favor vayan un momento a su pieza que quiero colocar algo que no deseo que vean. Los niños desaparecen y Tomás vuelve con los tres regalos dejándolos al pié del árbol. Tomás se dirige donde está Rosa. Rosa mi vida en qué te puedo ayudar, llamé a Lynda y me confirmó que venía pues la invitaste.
Rosa. Estaba segura que te lo había dicho, pero no, porque hablamos de otras cosas. Hace tanto tiempo que no la veo, pobrecita. Los niños estuvieron con ella y la encontraron linda y simpática.
Tomás. Yo te había contado que iba bien su recuperación, claro que nunca se sabe si hay remisión o son falsos síntomas de mejoría.  Me ocuparé de las bebidas, el vino y el espumante.
Rosa. Las copas y vasos están donde siempre. Favor revisa si están todos limpios.
Tom/Teo. Y nosotros en qué te podemos ayudar mamá.
Rosa. Haciendo un gesto que Teo se quede con ella. Uno que ayude al papá y otro a mí.
 

Ring-ring.
Rosa. Tom por favor abre tú.
Tom. Ya voy.
Lynda: Hola Tom, lo abraza con mucho cariño, también abraza con cariño a Tomás. Va hacia Rosa, saluda cariñosamente a Teo y le da un cariñoso abrazo y beso en la mejilla, se miran y se sonríen con simpatía. Se abrazan efusivamente con Rosa. Dirigiéndose a Rosa. Dime cuáles son mis tareas, voy a dejar esto en el árbol.
Rosa. Te veo muy bien, nosotros aquí batallando para recibirte de la mejor forma posible. Cuánto tiempo que no pisabas esta casa amiga mía. Me tienes que perdonar, por lo poco que te visité el último año, los niños, la casa, el trabajo demandan mucho tiempo; pero, Tomás me contaba que iba a visitarte seguido, estaba favorecido porque trabaja cerca y tu te hallabas a la pasada; así sabía de ti.
Lynda: Yo, también amiga del alma, sabía de tu lucha diaria por salir adelante con la familia. Tiempos duros para el bolsillo.
Rosa. Favor pueden poner el mantel y distribuir la vajilla entre todos, me esperan que les llevo un aperitivo y bebidas a los chicos.

Lynda. Cuando era pequeñita, nos acostábamos tempranito los niños y amanecíamos con regalos.
Tomás. Deseo brindar porque esta ‘noche buena’ sea para los niños de mucha alegría en sus corazones, por la familia y la salud de Lynda a quien tanto se le quiere.
Tomo. Papá cuando nos entreguemos los regalos nos los podemos llevar al dormitorio para jugar.
Tomás. Sí hijito, siempre que sean juguetes.
Lynda. No quiero, menos en esta celebración aburrirlos con mi historial de enfermedad, sino de contarles de mis deseos de viajar este verano sola al sur, quiero vivir la naturaleza, la gente de campo, los pescadores de Aysén, andar a caballo, comer curanto, sentir que estoy viva y no es un sueño. Sola porque, para que continuar fastidiándolos más, ya es suficiente. Venderé las joyas y lo podré hacer. Capaz que encuentre trabajo de enfermera en Ancud y me quede por allá.
Tomás. Mirando a Lynda.  Te has vuelto loquita, no te dejaremos sola, menos recién dada de alta. Tú tienes que pasar un año vigilada de cerca, así me lo ha dicho el doctor, menos andar montando.
Lynda. Sonriendo. No se para que les hablo de mis planes, he aprendido a apreciar el reloj y cada minuto aquí vale. No lo cuento dos veces por las que he pasado.

Rosa. Entreguemos los regalos.
Todos. Ya.

Tomo/Teo. Nosotros nos vamos al dormitorio Papá.
Tomás. Yo los voy a ir a ver en un rato más. Despídanse con un beso.

Ya solos los tres: Rosa, Lynda, Tomás.
Tomás. Mirando a Rosa. Cuando me entregaron los regalos vi dos maletas detrás de las cortinas que están rozando el árbol, qué hacen ahí.
Rosa. Bien, es que yo me voy.
Tomás. Qué te he hecho.
Rosa. Nada, el problema soy yo. Cuando Lynda al borde de la muerte, desahuciada por el cáncer, el tratamiento sólo le prolongaría un breve tiempo la vida, me propuso hacerme cargo de su familia; yo estaba feliz, había sido mi sueño hecho realidad, no sabes cuantas noches pensé aquello antes que ustedes se casaran y después de casados también. Vi mi oportunidad, tan natural; cantaba de alegría, los niños aprendieron rápidamente que yo podía ser su mamá. No me incomodaba trabajar, hacer el rol de dueña de casa, esposa y madre. Tenía las fuerzas, el ánimo y no se me pasaba por la mente ni una pizca de culpa por las que estaban pasando ustedes dos. Sentía que en algún momento Tomás me lo agradecería y se enamoraría de mí. Empezó a pasar el tiempo, faltaba el dinero, Tomás gastaba todo en el hospital, llegaba cansado, no tenía ninguna dedicación a la casa ni a los niños.

Tomás. Pero no me culpes a mí. Yo estaba protegiendo a la madre de mis hijos al amor de mi vida. No había opciones. Lo tenía clarísimo. Mis hijos comprendían.
Rosa. Si no estoy recriminando ni inculpando a nadie, Yo he sido la desleal primero conmigo misma, con mi amiga y con toda la familia. No ha partido esta situación de un acto de la buena samaritana, al contrario, de egoísmo y traición pura. No lo aguanto más. Me voy para no volver. En mi trabajo en la embajada como interprete bilingüe he obtenido un puesto en el exterior. En una hora más viene un auto de la delegación y me lleva al aeropuerto, están todos los trámites, pasajes, coordinaciones  en regla. Lo único que me duele es alejarme de Tom y Teo, sin siquiera despedirme como es debido. Ustedes tendrán que saber explicar mi ausencia.
Lynda. Pero tú piensas que Tomás y yo no te conocemos, y no sabemos que estás enamorada de él desde hace mucho, no había que ser mago para darse cuenta con los ojos de cordero degollado con que lo mirabas. Juntos decidimos, que lo mejor era que tú te hicieras cargo ya que mi muerte era cuestión de tiempo; la desaparición de la enfermedad ni se la explican los oncólogos. Yo tengo puros agradecimientos para contigo.
Rosa. Así y todo, cargo con mi conciencia y todavía es tiempo para hacer una vida, a nadie le falta Dios. Ya escucho un vehículo estacionándose frente a la entrada. Tomando las maletas y dirigiéndose a la puerta. Adiós Tomás, adiós Lynda.
===FIN===

  • Autor: Carlos Eduardo (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de febrero de 2025 a las 08:56
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 1
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.