Nudos

“Hay nudos invisibles,

a veces atan las manos.

No dejan señales,

pero cubren los ojos,

 una cinta en tu boca

impide las palabras,

¿cuáles son los nudos de tu vida?

La ciudad levanta sus manos,

camina, sin ataduras visibles,

¿Y si los gorriones devoran la fruta?

¿Y si vivimos en un paisaje dibujado por otros,

 en noches de silencio abandonadas?”

¿Cuánto es azar?

 ¿Cuánto es un trazo antes de nacer?

Aprendiste a llamarle destino,

aprendiste a llamarle designio.

Cada camino parece libre,

pero las huellas ya estaban antes,

como la emigración de las aves.

El silencio puso su mordaza,

las aguas se cerraron al consentimiento.

Un vagabundo deambula por las calles,

buscando colillas encendidas,

intentando mantener un fuego,

 que no nunca fue suyo.

El aliento de la lluvia quiebra las rocas,

se hunde en el surco volcánico,

pero una palma centenaria

 guarda su miel y se pregunta:

¿Quién dijo “si” al trabajo sin paz?

De la fatiga del cuerpo caen monedas,

El alma espera,

espera sobre alas de cenizas,

queriendo volar hasta la estela del “no”.

La libertad es un espejismo,

a veces un oasis

de un sistema sin amanecer.

El asfalto tiene las grietas del silencio,

 marcadas,

parece un camino libre,

pero nos enseñaron a llamarle destino al dolor.

Nos enseñaron llamarle destino

 a los surcos del consentimiento.