CLITEMNESTRA EN LA CIUDAD DE LOS RASCACIELOS.

Clitemnestra ya no vive en un palacio de mármol, ni espera ansiosa el regreso de un rey desde la lejana Troya. Ahora es una mujer de éxito en una gran ciudad, dueña de una cadena de hoteles de lujo y figura prominente en los círculos empresariales. Su historia, sin embargo, sigue teñida por el dolor, la traición y el deseo de justicia. La tragedia que la definió en la antigüedad encuentra una nueva forma en el mundo contemporáneo, donde los mitos no mueren, solo cambian de escenario.

Desde el ventanal de su penthouse en Manhattan, Clitemnestra contempla la ciudad iluminada, cada luz una historia, cada sombra un secreto. Su esposo, Alejandro Atreo, magnate de la industria tecnológica, ha regresado tras una prolongada ausencia. Durante años, ella lo esperó mientras él consolidaba su poder y fortuna en un mundo despiadado. La distancia entre ellos no fue solo física, sino emocional. En su ausencia, Alejandro no solo acumuló riqueza, sino también amantes y enemigos. Su traición más imperdonable no fue la infidelidad, sino la forma en que sacrificó a su hija en un escándalo financiero para proteger su propio nombre. Clitemnestra nunca lo perdonó, pero la venganza es un platillo que se cocina a fuego lento.

Acompañada de Esteban, su amante y socio en los negocios, planea su siguiente movimiento. No es un simple arrebato de ira, sino la consecuencia de años de humillación. Sabe que Alejandro no es un hombre fácil de derribar; su influencia es vasta, su poder casi inquebrantable. Sin embargo, Clitemnestra también ha aprendido a moverse en las sombras. A través de una serie de maniobras financieras, ha socavado el imperio de su esposo, asegurándose de que, cuando llegue el momento, no tenga a dónde huir.

El gran enfrentamiento ocurre en una de las galas benéficas que Alejandro organiza para lavar su imagen. Entre copas de champán y sonrisas falsas, Clitemnestra le susurra la verdad: ha vendido sus acciones, ha filtrado documentos comprometedores a la prensa y ha expuesto sus trapos sucios ante la junta directiva. En un instante, el rey es derrocado y la reina reclama su trono. Alejandro la mira con una mezcla de asombro y furia, pero ya es demasiado tarde. La tragedia de la antigüedad se reescribe en los titulares del día siguiente: "Magnate caído en desgracia: su esposa toma el control".

Sin embargo, la victoria tiene un precio. Clitemnestra sabe que la justicia es una espada de doble filo. Así como los dioses de antaño no permitieron que su homónima antigua escapara impune, la sociedad contemporánea tampoco lo hará. Alejandro podrá haber caído, pero su sombra la perseguirá. Tal vez la historia no la recuerde como la mujer que reclamó su dignidad, sino como la traidora, la fría ejecutora de un hombre que alguna vez tuvo el mundo a sus pies. Pero Clitemnestra, en su reinvención moderna, ya ha aceptado su destino. Después de todo, los mitos nunca fueron historias de finales felices, sino de humanos enfrentando las consecuencias de sus propias decisiones.

JUSTO ALDÚ

Panameño

Derechos reservados / marzo 2025