¡Ah soledad! Hembra furiosa, cuchillo en mano
te encaramas a la cumbre
de este altivo falo
que se niega a ser el tamaño de un hombre,
el retrato arrinconado
o el número sumido al silencio de su nombre.
Una mariposa vuela alrededor y parecería
burlarse de nuestra intimidad,
luego se aleja a través de la ventana
hacia el parque donde el bullicio y la luz reducen
a la oscuridad...
Fue un error detenerme debajo de tu vientre,
hundirme
entre tus piernas y enterrar mi corazón.
Y es un error extrañarte ahora, no has curado
nada en mí,
pero me has desnudado incesantemente
de día y de noche
mientras ha ido creciendo la hierba verde
y mortal de tu ternura.
¿Por qué? ¿Qué hice? Sabrás que alguna mañana
no habré de levantarme
y entonces tu amaras mi sombra
debajo del sol frío de la noche
y toda tu risa se irá detrás de un nuevo pobre.
Pero aquí me tienes ¡soledad!
y puedo mirar la vida en una sola línea,
como si sembrara en la tierra
lo que ha de dar frutos en algún lugar del aire
mañana,
mientras tú te vas deslizando, lentamente,
a las afueras del final del sueño.
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Autor:
Matias 01 (
Offline)
- Publicado: 6 de marzo de 2025 a las 11:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: JAGC, alicia perez hernandez, EmilianoDR
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