EN LA ALAMEDA.

VICTOR SANTA ROSA

 EN LA ALAMEDA.

 

Andando en la alameda,

trajo a mí… Tu añoranza,

el viento cual delicada seda,

me acarició con templanza.

 

Y pensé en tus tersas manos,

que un día me acariciaron

y que, al pasar de los años,

nunca de mi piel se borraron.

 

Y entre la hojarasca seca,

crujieron evidente tus pasos

y te sentí silente y tan cerca,

como un día entre mis brazos.

 

Los álamos seguían austeros.

Sus frondas, verde esperanza,

como confidentes postreros,

entre el amor y la distancia.

 

Allí estaba nuestra banca,

aparentemente olvidada,

otrora; Pulcramente blanca,

ahora; Corroída y oxidada.

 

Y al igual que esa banca,

que nunca, nunca, olvidé,

una lágrima me arranca,

como olvido que recordé.

 

El viento acariciaba. No sé,

si mi recuerdo o mi tristeza

o ese suspiro que exhalé,

con tanto amor y sutileza.

 

Y te amé otra vez…

En lo virtual de amar

y en la apetecida sencillez,

de un eterno recordar.

 

Autor: Víctor A. Arana.

(VÍCTOR SANTA ROSA.)

Marzo 5 del 2025.

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