No me hicieron de costilla,
no fui barro ni plegaria,
nací del trueno y la arcilla,
fui la sombra necesaria.
Pero los dioses, ebrios de espanto,
me vistieron de furia y castigo,
sellaron mi nombre con llanto,
me arrojaron al polvo y al olvido.
Quemaron mis huellas en fuego divino,
torcieron mi risa en pecado,
mas no hay destino que quiebre el camino
de quien nunca ha sido doblado.
Ahora he vuelto, descalza y eterna,
con las llamas ceñidas al pecho,
mi aliento es tormenta, mi ira es linterna
que quema su trono deshecho.
Uno a uno caerán de sus cielos,
sin fieles, sin templos, sin gloria,
su luz será sombra, sus nombres desvelos,
y yo seré el fin de su historia.
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No mendigas perdones ni altar,
Y tu dios es raíz que decide,
Vas tallando tu ley en el mar
que con savia de estrellas persigue.
Con espinas tejiste tu trono,
Sin pedirle permiso al destino,
Y el cuchillo en la boca del mono
Es un himno en tu vientre divino.
En el filo del viento te encumbras
Pues no hay yugo que corte tu vuelo
Y en el mapa del tiempo que alumbras
Se tatúa tu reino con celo.
Ya tu sangre no paga tributos
a los dioses de arcilla y escombros
pues pariste fronteras en frutos
y bebiste de mitos y asombros.
Y si Eva bordó en su silencio,
tú, cómplice, armaste el motín:
fue tu pecho un bosque de incienso
donde nacen los ríos sin fin .
Lilith, tu ira es un río sagrado
que ya rompe del miedo aquel muro,
pues tu sombra no nació en un costado
sino al centro de cualquier futuro.
- Autores: Shelby (Seudónimo), Marcos
- Se ve: Todos los versos
- Finalizado: 22 de marzo de 2025 a las 16:30
- Límite: 6 estrofas
- Invitados: Libre (cualquier usuario puede participar)
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: pasaba, Romey, Sergio Podadera
Comentarios1
En un arrebato de energía
luche con algarabía.
Tenía el impulso y la alegría!
Líbido de sobra
creadora y soñadora.
Pero llegaste tú,
con la ley del karma,
rígido y conservador,
creyendote el controlador
de lo puro e instintivo.
Con ese aire de quien sabe
responder a la forma,
con esa soberbia castradora
limitaste mis fronteras,
me hiciste dudar de mis más puro sentir,
y con el mandato del mundo,
me encerraste entre muros.
La ira creció en mi
como un volcán en erupción,
los demonios desaté!
Ahora me juzgas?
Ahora te espantas?
No hay mayor energía
que la contenida!
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