Gracias

Dios, esta mañana me postro ante ti,

lleno de gratitud y amor,

para agradecerte por la maravillosa mujer que has puesto en mi vida.

Gracias, Dios mío, por su corazón rebosante de amor,

un amor puro y verdadero que ilumina mi camino y llena mis días de felicidad.

Cuando ella sonríe, mi mundo se ilumina,

y siento como si estuviera contemplando el rostro de un ángel.

Su sonrisa es un regalo divino que atesoro en lo más profundo de mi alma.

Gracias, Señor, por la paz que has infundido en su corazón,

una paz que irradia a su alrededor y me brinda serenidad y consuelo.

Su presencia es un remanso de tranquilidad en medio de la tormenta,

un refugio seguro donde encuentro paz y armonía.

Dios, la alegría que brota de su risa es contagiosa y me llena de felicidad.

Su risa es música para mis oídos, una melodía celestial que alegra mi espíritu y me hace sentir vivo.

Eres un Dios de detalles,

y te agradezco por haberla creado perfecta para mí.

Ella es mi complemento, mi alma gemela,

la mujer con la que quiero compartir el resto de mi vida.

Siempre estaré agradecido por este hermoso regalo que me has dado.

Prometo amarla, respetarla y cuidarla todos los días de mi vida.

Te pido que bendigas nuestra relación y nos ayudes a construir un futuro juntos, lleno de amor,

felicidad y bendiciones.